miércoles, 19 de junio de 2013

La historia de vocación de Ilaria



La historia de vocación de Ilaria

Tras una noche oscura, Benedicto XVI y la Virgen de Loreto la guiaron hasta el convento



Tuvo un accidente de tráfico y ahí comenzó la historia. Una peregrinación nocturna hasta Loreto le cambió la vida. Ahora es monja de clausura.

  

Las peregrinaciones a santuarios y a otros santos lugares han sido siempre fuente de numerosas vocaciones. En Italia, ha crecido mucho la  peregrinación de jóvenes de Macerata a Loreto. Caminan 28 kilómetros bajo la noche rezando el Rosario y entonando cánticos hasta los pies del Santuario de Nuestra Señora de Loreto.

Esta peregrinación, que ya ha vivido su XXXV edición, organizada por Comunión y Liberación ha visto como ha pasado de 300 personas el primer año a más de 90.000 en 2013. Y a lo largo de todo este tiempo la Virgen de Loreto ha sido testigo de numerosas conversiones y llamadas a la vocación.

El accidente que da comienzo a la historia
Es el caso de Ilaria una joven italiana que luchó contra Dios durante una de aquellas noche camino de Loreto y que finalmente como María dijo sí. Hace ocho años de eso. Ahora es monja de clausura y ya ha profesado los votos solemnes. Ese día le cambió la vida.

Ilaria cuenta que “esa noche de hace ocho años fue la noche decisiva de mi vida, ¿cómo puedo olvidarlo?”. Ella era como cualquier otra chica de 19 años de su edad. Con sus inquietudes y sus sueños. Estudió arquitectura y su gran afición era tocar la tuba en la banda de su pueblo.

Pero un día, concretamente el 19 de abril de 2005, ella tuvo un accidente de tráfico. Desde el hospital pudo ver en directo la elección de Benedicto XVI como Papa. Este es el comienzo de su historia hacía el convento.

Las palabras del Papa sacudieron su alma
“Me llamó la atención por su sencillez, me sentía abrazada  por sus brazos extendidos”, recuerda ahora en el diario Avvenire. Pocos días más tarde escuchó la homilía de inicio del Pontificado del Papa que la dejó completamente abrumada

Estas fueron las palabras de Benedicto que le tocaron lo más profundo de su ser: “¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida”.

“No puedo explicar lo que me pasó pero después de escuchar esas palabras me eché a llorar y desde ese momento comenzó a resonar en mi cabeza la idea de entregarme totalmente a Dios en la vida consagrada”, cuenta Ilaria.

Una búsqueda de respuestas
A partir de ese momento comenzó a hacerse preguntas a las que no encontraba respuesta. Provenía de una familia de tradición católica pero la educación recibida no era suficiente. Quería más, necesitaba más.

Entonces, una amigo la invitó a una curiosa jornada. “Ven conmigo a la peregrinación de Macerata a Loreto”. Aunque no estaba recuperada del accidente y el medico le prohibió recorrer los 28 kilómetros andando bajo la noche, ella no lo dudó. Quería buscar respuestas a cualquier precio. Aunque tenía miedo.

“Quítame esta idea de la cabeza”
“En verdad yo estaba convencida de que no era “del tipo de convento” así que me decidí a participar en la peregrinación para decirle a Nuestra Señora: ‘mira, yo no estoy hecha para esto, quítame esta idea de la cabeza y que me deje en paz”.

Sin embargo, durante esa noche ella vivió su propia noche oscura. Una noche de una gran lucha silenciosa en la que la Virgen respondía a sus llamamientos para saber qué dirección debía dar a su vida.

Durante el camino, el rezo del Rosario estuvo marcado por algunas meditaciones cortas que se escuchaban a través de los altavoces. Las palabras de las que se hablaba cuando estaba Jesús en el Getsemaní parecían estar hechas para ella: “esta es la hora de la decisión, Jesús dice sí sabiendo que va a sufrir, y se adhiere al Padre con todo el amor del Hijo y con todo el temor del hombre.

“Dame la fuerza para pronunciar mi sí”
Al llegar a los pies de la Virgen, su lucha interior está en el punto más alto y desde lo más profundo de su corazón pidió  a la Virgen que le ayudase a entender y le diera luz en aquella oscuridad. Y llegó el momento en el que esta joven dijo a la Virgen: “Si realmente me quieres, dame la fuerza para pronunciar mi sí, como lo hiciste cuando eras joven como yo”. Tras ese momento llegó la paz a su corazón.

A partir de ese momento comienza un viaje, ayudado por un grupo de Comunión y Liberación y una comunidad de monjas de clausura en las que hace una experiencia. Un año después de aquella noche entró en el convento.  Y el 3 de octubre de 2012 hizo su profesión solemne. Curiosamente el día después de que Benedicto XVI acudiera a Loreto a pedir protección a la Virgen para el Año de la Fe.

“Todavía una señal: la Virgen María y el Papa continuaban acompañando mi vocación. Al igual que aquella hace ocho años cuando mi tormento interior terminó con un sí”.

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