jueves, 30 de junio de 2016

Santo Evangelio 30 de Junio 2016



Día litúrgico: Jueves XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 9,1-8): En aquel tiempo, subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

«Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»
Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous 
(Barcelona, España)


Hoy encontramos una de las muchas manifestaciones evangélicas de la bondad misericordiosa del Señor. Todas ellas nos muestran aspectos ricos en detalles. La compasión de Jesús misericordiosamente ejercida va desde la resurrección de un muerto o la curación de la lepra, hasta perdonar a una mujer pecadora pública, pasando por muchas otras curaciones de enfermedades y la aceptación de pecadores arrepentidos. Esto último lo expresa también en parábolas, como la de la oveja descarriada, la didracma perdida y el hijo pródigo.

El Evangelio de hoy es una muestra de la misericordia del Salvador en dos aspectos al mismo tiempo: ante la enfermedad del cuerpo y ante la del alma. Y puesto que el alma es más importante, Jesús comienza por ella. Sabe que el enfermo está arrepentido de sus culpas, ve su fe y la de quienes le llevan, y dice: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados» (Mt 9,2).

¿Por qué comienza por ahí sin que se lo pidan? Está claro que lee sus pensamientos y sabe que es precisamente esto lo que más agradecerá aquel paralítico, que, probablemente, al verse ante la santidad de Jesucristo, experimentaría confusión y vergüenza por las propias culpas, con un cierto temor a que fueran impedimento para la concesión de la salud. El Señor quiere tranquilizarlo. No le importa que los maestros de la Ley murmuren en sus corazones. Más aun, forma parte de su mensaje mostrar que ha venido a ejercer la misericordia con los pecadores, y ahora lo quiere proclamar.

Y es que quienes, cegados por el orgullo se tienen por justos, no aceptan la llamada de Jesús; en cambio, le acogen los que sinceramente se consideran pecadores. Ante ellos Dios se abaja perdonándolos. Como dice san Agustín, «es una gran miseria el hombre orgulloso, pero más grande es la misericordia de Dios humilde». Y en este caso, la misericordia divina todavía va más allá: como complemento del perdón le devuelve la salud: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mt 9,6). Jesús quiere que el gozo del pecador convertido sea completo.

Nuestra confianza en Él se ha de afianzar. Pero sintámonos pecadores a fin de no cerrarnos a la gracia.

© evangeli.net M&M Euroeditors | 

Un grupo de voluntarios que ayuna contigo por tus intenciones: así se expande la red «Ayuno por ti»

Un grupo de voluntarios que ayuna contigo por tus intenciones: así se expande la red «Ayuno por ti»

Un grupo de voluntarios que ayuna contigo por tus intenciones: así se expande la red «Ayuno por ti»

Los colaboradores de la red hacen el sacrificio los miércoles, pero no sustituyen, sino que se unen a las oraciones y ayunos de quien acude a ellos.

Las personas que empezaron con Ayuno por ti llevan ya un año y medio ayunando a pan y agua todos los miércoles por las intenciones de quienes se lo piden, pero sólo hace tres meses que lanzaron la página web y el perfil de Facebook que son ahora estandarte de la iniciativa. Están sorprendidos del éxito. Empezaron en Madrid y llegan ya peticiones de toda España y de América. Y no sólo peticiones de oración, también de colaboración: voluntarios que se ofrecen para esa práctica ascética y caritativa.

¿En qué consiste la red? Por un lado están quienes contactan con Ayuno por ti para pedirles que recen y ayunen por una intención determinada. Y por otro lado están quienes lo hacen, los ayunadores, que en este breve periodo de tiempo suman ya decenas de personas a quienes solo se les pide que faciliten una dirección de correo electrónico y un nick. Es lo mínimo imprescindible para informar de las intenciones de la semana y organizarlas, porque es norma en esta red la discreción para hacer el bien en humildad.


"De hecho, tenemos ayunadores que yo sé que se conocen entre sí, pero uno no sabe que el otro también lo es. Y por supuesto yo no les digo nada", nos explica Diego Cazzola, principal impulsor de esta iniciativa que, como ellos mismos la definen, "nace en la Iglesia católica y contempla la oración en comunión con la Iglesia y en unión al Papa Francisco". 

Ante problemas muy serios
Diego y su esposa son orientadores en instituciones educativas, y la idea de poner en marcha la red les surgió cuando vieron que muchos de los problemas de los que tenían que ocuparse en su labor profesional diaria exigían algo más que consejos: exigían oración. Decidieron sistematizar esos casos y pedir ayuda para rezar por ellos a algunos amigos. Estaba naciendo Ayuno por ti.

Cada miércoles (o, quien así lo desee, también los viernes), Diego, que es quien centraliza y valora las peticiones, comunica a los ayunadores la intención por la que rezar el rosario ese día y suprimir todo alimento salvo pan y agua.


Cada colaborador es libre de ayunar con la intensidad que pueda: ya sea en cantidad suficiente de pan y agua para no pasar hambre, pero ofreciendo el sacrificio de privarse del sabor y el placer de cualquier otra comida o bebida; ya sea con ayuno en sentido estricto, es decir, pan en poca cantidad y sintiendo las protestas del estómago.

Dos requisitos mínimos
Ayuno por ti sólo pone dos requisitos a las peticiones que se les hagan: "Primera, que sean causas objetiva y realmente importantes. No podemos movilizar al ayuno a decenas de personas para que un chico apruebe la selectividad, salvo que haya circunstancias muy excepcionales".

Diego nos cuenta algunos de los casos más relevantes de los que ya se han ocupado: un matrimonio en dificultades porque uno de los cónyuges se había convertido a Dios al mismo tiempo que el otro se alejaba de Él; un niño con un tumor cerebral; o dos posesiones diabólicas "de las cuales por lo menos una sabemos que ya está en manos de la Santa Sede, porque eran tremendas, con dolores agudísimos, levitaciones y vomitadas enormes". También rezan y ayunan cuando hay alguna petición especial del Papa o de instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada.

El segundo requisito es la implicación del peticionario: "No somos un sustituto, somos una ayuda. No hacemos algo en tu lugar, nos unimos a tu oración y tu ayuno". Porque se trata de que la iniciativa, aparte de la petición concreta, se haga también para bien espiritual de quien la solicita: "Pero somos conscientes de que para mucha gente es difícil rezar o ayunar, por eso venimos a complementarles".

Dos sacerdotes orientan
Entre los colaboradores de Ayuno por ti hay sacerdotes, dos de los cuales aportan su saber y autoridad de modo preeminente para valorar y organizar las peticiones. "Hay también una laica consagrada, varios matrimonios... El perfil de edad mayoritario está entre los 27 y los 50 años", concluye Diego.

La iniciativa crece muy deprisa como comunidad orante que es. Si quieres unirte a ella o pedirles algo, pincha aquí.

miércoles, 29 de junio de 2016

Comunista, drogadicto y criminal, lo perdió todo... un día abrió la Biblia al azar, y Dios le habló

Comunista, drogadicto y criminal, lo perdió todo... un día abrió la Biblia al azar, y Dios le habló

Comunista, drogadicto y criminal, lo perdió todo... un día abrió la Biblia al azar, y Dios le habló

De joven militó en el comunismo, era un delincuente buscado por la policía y llevaba una vida de excesos, alejado de Dios



Hoy Daniel Marie es un sacerdote y fraile franciscano de 59 años. Es el superior del convento de San Antonio, en Bruselas. Pero en su juventud estuvo muy alejado de Dios. Fue comunista, drogadicto y criminal. Incluso pensó en suicidarse.

Un día, abrió la Biblia al azar y sintió que Dios le hablaba. Finalmente encontró un lugar entre los franciscanos.

Daniel Marie da testimonio de su vida y habla de la obra que realizan en las calles de Bruselas los frailes del convento San Antonio en la revista Huellas, del movimiento Comunión y Liberación.

Un vástago de buena familia
Daniel Marie nació en 1957, en el seno de una familia católica burguesa, pero en su juventud no estaba presente Dios. Militó en la Liga Comunista Revolucionaria en busca de un ideal de justicia: “Mis raíces eran cristianas, amaba a los demás y buscaba la justicia, pero sin tener un norte”, dice Daniel para Huellas.

Jesucristo le parecía algo inútil y abstracto. Su día a día se basaba en el pecado: el sexo libre y la violencia. De fumar porros pasó a la heroína. El dinero lo conseguía robando. Incluso estuvo implicado en atracos a mano armada en bancos. Perseguido por la policía, huyó a Italia, sin nada.

El hermano Daniel Marie predicando durante una Eucaristía en San Antonio

En Génova dormía encima de un banco del parque e incluso pensó en suicidarse. “De repente, el Espíritu Santo suscitó en mí un pensamiento luminoso. Entendí que todos los mensajes de la sociedad de consumo se habían desvanecido para mí. Y pensé, ¿ahora qué puedo hacer conmigo? Ese fue el comienzo de mi liberación”, cuenta.

En Milán iba casa por casa vendiendo productos ilegales de imitación. “Mis compradores intercambiaban palabras conmigo”. Esto era un aliciente para Daniel, porque se sentía presente, sabía así que existía, que se preocupaban por él.

El giro decisivo
En Umbría se produjo un cambio en la vida de Daniel Marie. Allí se dio cuenta de que le faltaba todo. “Me encontré en los labios las mismas palabras de la parábola del Hijo Pródigo "no tengo nada"; pero esa parábola era yo; en ese momento ni siquiera la recordaba. Y el Padre me contestó: 'Daniel, quieres un trabajo? Vete allá'”.

"Allá" era la casa de un cultivador de tabaco, que le ofreció techo y empleo. Aquella casa Daniel la define como la Providencia. “Para mí, Dios era aquella casa”.

En esas fechas el Espíritu Santo suscitó en él un deseo, el de abrir la Biblia al azar. Y así lo hizo. Leyó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Ahí encontró la respuesta que necesitaba. Y después de 10 años, decidió volver a Misa. Para él fue “la Misa más hermosa del mundo”.


Por eso se muestra agradecido con Dios y quiere dar testimonio de lo que ha experimentado. "Quiero dar testimonio de las mirabilia Dei, lo que Él ha obrado en mi vida de pecado”.

Tiempo después, quiso pasar un tiempo de convivencia en un monasterio. Un amigo comecuras (como él lo define), experto en ocultismo, le encontró el teléfono de unos monjes expertos en grafología.

Era un convento de franciscanos cerca de Asís. En esos monjes vio hombres normales, "hombres como yo”. Y entonces comprendió que era la compañía que buscaba.  

"Sentí la llamada del Señor. Los frailes estuvieron de acuerdo en que lo mantuviese en secreto durante cinco años porque entendían que era la obra de Dios", recuerda.

La «Casa de Dios»
Hoy en Bruselas, Daniel Marie forma parte de una pequeña comunidad de seis franciscanos conventuales menores del convento de San Antonio en un barrio multirracial, policultural y multirreligioso, en Molenbeek (Bruselas). Se instalaron aquí hace tres años por expreso deseo del general de la orden.

El convento de San Antonio no es sólo un centro de ayuda que cada martes, desde los atentados terroristas en Molenbeek, junto a sus voluntarios, distribuye comida en este barrio de mayoría musulmana. Allí rezan juntos la oración de San Francisco de Asís por la paz.

Los voluntarios del convento de San Antonio repartiendo alimentos en Molenbeek

"Desde que oramos juntos se percibe que ahora existe una mayor serenidad y un sentido de hermandad”, dice el hermano Jack, de origen australiano que guía la oración.

Se les conoce como la Casa de Dios de los Seis Magníficos, formada por frailes jóvenes, de distintos países y que han presenciado situaciones extremas. Han logrado que a la Misa dominical acudan unas cuatrocientas personas. Antes no había más que treinta.

Los Seis Magníficos conocen muy bien lo humano, sus heridas y sus contradicciones y han experimentado a Jesucristo en sus vidas. Un ejemplo es el hermano Benjamín, francés, que viene de la misma ciudad que Daniel Marie y le conocía desde que eran niños. Se le quedó grabado en el recuerdo y al cabo de los años, decidió ir a buscarle.

El hermano Jack, animando la oración de San Francisco de Asís por la paz

Benjamín vivía una situación penosa. Sus padres se habían separado y él se instaló con su padre, enfermo y alcohólico. A causa de esto Benjamín cayó en la droga y se sumió en una depresión.

Cuenta que el único que podía ayudarle en esos momentos era Daniel. Por eso, fue a verle al convento, y para él “fue como encontrar a Cristo en persona”.

El convento de San Antonio es un punto vivo que sabe dialogar con todo el mundo y ofrecerles una respuesta cristiana. Eso es lo que el general de la orden quería: “Crear una nueva presencia de vida franciscana, una presencia fresca en el corazón de Europa”.

Es el tipo de presencia que atrae a todos, ofreciendo una propuesta de camino para los jóvenes y acogiendo a todo el mundo, también a los musulmanes. 

Daniel Marie por las calles de Molenbeek

Fuente: Religion en Libertad

Santo Evangelio 29 de Junio 2016


Día litúrgico: 29 de Junio: San Pedro y san Pablo, apóstoles

Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»
Mons. Jaume PUJOL i Balcells Arzobispo de Tarragona y Primado de Cataluña 
(Tarragona, España)


Hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron fundamentos de la Iglesia primitiva y, por tanto, de nuestra fe cristiana. Apóstoles del Señor, testigos de la primera hora, vivieron aquellos momentos iniciales de expansión de la Iglesia y sellaron con su sangre la fidelidad a Jesús. Ojalá que nosotros, cristianos del siglo XXI, sepamos ser testigos creíbles del amor de Dios en medio de los hombres tal como lo fueron los dos Apóstoles y como lo han sido tantos y tantos de nuestros conciudadanos.

En una de las primeras intervenciones del Papa Francisco, dirigiéndose a los cardenales, les dijo que hemos de «caminar, edificar y confesar». Es decir, hemos de avanzar en nuestro camino de la vida, edificando a la Iglesia y confesando al Señor. El Papa advirtió: «Podemos caminar tanto como queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, alguna cosa no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, esposa del Señor».

Hemos escuchado en el Evangelio de la misa un hecho central para la vida de Pedro y de la Iglesia. Jesús pide a aquel pescador de Galilea un acto de fe en su condición divina y Pedro no duda en afirmar: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Inmediatamente, Jesús instituye el Primado, diciendo a Pedro que será la roca firme sobre la cual se edificará la Iglesia a lo largo de los tiempos (cf. Mt 16,18) y dándole el poder de las llaves, la potestad suprema.

Aunque Pedro y sus sucesores están asistidos por la fuerza del Espíritu Santo, necesitan igualmente de nuestra oración, porque la misión que tienen es de gran trascendencia para la vida de la Iglesia: han de ser fundamento seguro para todos los cristianos a lo largo de los tiempos; por tanto, cada día nosotros hemos de rezar también por el Santo Padre, por su persona y por sus intenciones.

«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»
+ Mons. Pere TENA i Garriga Obispo Auxiliar Emérito de Barcelona 
(Barcelona, España)


Hoy es un día consagrado por el martirio de los apóstoles san Pedro y san Pablo. «Pedro, primer predicador de la fe; Pablo, maestro esclarecido de la verdad» (Prefacio). Hoy es un día para agradecer la fe apostólica, que es también la nuestra, proclamada por estas dos columnas con su predicación. Es la fe que vence al mundo, porque cree y anuncia que Jesús es el Hijo de Dios: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Las otras fiestas de los apóstoles san Pedro y san Pablo miran a otros aspectos, pero hoy contemplamos aquello que permite nombrarlos como «primeros predicadores del Evangelio» (Colecta): con su martirio confirmaron su testimonio.

Su fe, y la fuerza para el martirio, no les vinieron de su capacidad humana. No fue ningún hombre de carne y sangre quien enseñó a Pedro quién era Jesús, sino la revelación del Padre de los cielos (cf. Mt 16,17). Igualmente, el reconocimiento “de aquel que él perseguía” como Jesús el Señor fue claramente, para Saulo, obra de la gracia de Dios. En ambos casos, la libertad humana que pide el acto de fe se apoya en la acción del Espíritu.

La fe de los apóstoles es la fe de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Desde la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, «cada día, en la Iglesia, Pedro continúa diciendo: ‘¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo!’» (San León Magno). Desde entonces hasta nuestros días, una multitud de cristianos de todas las épocas, edades, culturas, y de cualquier otra cosa que pueda establecer diferencias entre los hombres, ha proclamado unánimemente la misma fe victoriosa.

Por el bautismo y la confirmación estamos puestos en el camino del testimonio, esto es, del martirio. Es necesario que estemos atentos al “laboratorio de la fe” que el Espíritu realiza en nosotros (San Juan Pablo II), y que pidamos con humildad poder experimentar la alegría de la fe de la Iglesia.

© evangeli.net M&M Euroeditors | 

martes, 28 de junio de 2016

Miles de personas se conmueven ante la bella sonrisa de una carmelita a pesar del cáncer que padecía

Miles de personas se conmueven ante la bella sonrisa de una carmelita a pesar del cáncer que padecía

La hermana Cecilia María, argentina, murió el 22 de junio

Miles de personas se conmueven ante la bella sonrisa de una carmelita a pesar del cáncer que padecía

La hermana Cecilia María, carmelita descalza


La hermana Cecilia María partió al cielo después de una dura lucha contra el cáncer. Miles de personas se han conmovido y han compartido en las redes sociales las imágenes de su agonía, un tiempo en el que nunca perdió la paz ni la alegría.


Esta es una de esas historias que conmueven el corazón. Tiene como protagonista a una religiosa contemplativa de la orden de las carmelitas descalzas. Era argentina y murió con 43 años. La alegría que transmitía en vida y su sonrisa han impactado a miles de personas que han compartido por las redes sociales esas fotos. Este relato lo cuenta la agencia Aciprensa.

Se graduó de enfermera y a los 26 años de edad hizo sus primeros votos como carmelita descalza, en el año 2003 hizo su profesión perpetua. Hace seis meses le diagnosticaron cáncer de lengua y la enfermedad hizo metástasis pulmonar. Murió el miércoles 22 de junio en la madrugada. Tenía 43 años.

Vivía en Santa Fe (Argentina)
Vivía en el Monasterio de Santa Teresa y San José de Santa Fe, Argentina, dedicada a la oración y la vida contemplativa, tocaba violín y era conocida por su dulzura y permanente sonrisa.

La dulzura de la hermana Cecilia María impresionó a muchos

En las últimas semanas su enfermedad se agravó y debió ser hospitalizada. Desde su lecho no dejó de orar y ofrecer los sufrimientos que sobrellevaba con la certeza de que su encuentro con Dios estaba cerca.

La hermana Cecilia María, carmelita descalza

En un trozo de papel escribió su último deseo: “Estaba pensando cómo quería que fuera mi funeral. Primero poco de fuerte oración, y después una gran fiesta para todos. ¡No se olviden de rezar pero tampoco de celebrar!”.

Su testimonio y las fotos de sus últimos días hablan por sí mismos y miles de personas comparten en las redes sociales cómo la agonía de la hermana Cecilia está tocando los corazones.

El anuncio de la muerte...
Así anunciaron su muerte las carmelitas descalzas: “¡Jesús! Solo dos líneas para avisarles que nuestra queridísima hermanita se durmió suavemente en el Señor, después de una enfermedad tan dolorosa llevada siempre con alegría y entrega a su Divino Esposo. Les mandamos todo nuestro cariño agradecido por el sostén y la oración durante todo este tiempo tan doloroso pero tan maravilloso a la vez. Creemos que voló directamente al Cielo, pero igualmente les rogamos que no dejen de encomendarla en sus oraciones, que ella desde el Cielo se los pagará. Un abrazo grande de sus hermanas de Santa Fe”.

Fuente: Religión en Libertad

Santo Evangelio 28 de Junio 2016




Día litúrgico: Martes XIII del tiempo ordinario

Santoral 28 de Junio: San Ireneo de Lyon, obispo y mártir
Texto del Evangelio (Mt 8,23-27): En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».

«Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza»
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet 
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)


Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).

El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).

Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios» (Nicetas de Remesiana).

Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe.

© evangeli.net M&M Euroeditors | 

lunes, 27 de junio de 2016

Santo Evangelio 27 de Junio 2016



Día litúrgico: Lunes XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

«Sígueme»
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells 
(Salt, Girona, España)


Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos actualmente. 

En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y de confianza del Papa Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.

© evangeli.net M&M Euroeditors |

Una Santa Mónica del siglo XXI: su oración salvó a su hijo homosexual de una vida de perdición

Una Santa Mónica del siglo XXI: su oración salvó a su hijo homosexual de una vida de perdición

Su hijo colabora con Courage Latino, la pastoral de la Iglesia con los homosexuales

Una Santa Mónica del siglo XXI: su oración salvó a su hijo homosexual de una vida de perdición

Josefina López vive en Guadalajara, México, a pasos del centro cívico donde tiene instalado su negocio de mochilas. Lo administra junto a sus hijos y se turna con ellos para mantenerlo abierto durante toda la semana. Se declara una mujer de fe, cercana a Cristo. Va a misa todos los días y asiste a la Adoración Eucarística en una de las capillas de la Parroquia del Sagrario Metropolitano. “Es un templo gigante, pero es capilla”, dice con humor.

Es madre de Rubén García, conocido líder de la organización Courage Latino que ha testimoniado en decenas de videos y medios de comunicación su historia de conversión y acogida personal de la propuesta de la Iglesia para las personas homosexuales (conoce su historia en esta entrevista de Religión en Libertad), a pesar de tener VIH y haberse prostituido.


Pero tras la transformación de Rubén García hay una diáfana, breve, pero vital historia de amor materno que relata la página web Portaluz.

Adoración + amor de madre + súplica con fe… atrae la misericordia
A inicios de los años 80 Josefina quedó viuda y no teniendo cómo sustentar su familia, siguió los pasos que miles de sus compatriotas antes y después de ella han vivido, buscando una mejor oportunidad de trabajo y salario en Estados Unidos. Su pequeño hijo Rubén tuvo que permanecer al cuidado de su prima y su esposo, en la ciudad de Jalisco. Llevarlo era imposible y arriesgado: “Me hablaron de emergencia, así ocurre, y me fui a trabajar. Pero finalmente llegué a destino donde una prima en Los Ángeles, California. Trabajé en una fábrica de flores y luego, en un segundo trabajo, le ayudaba a otra amiga realizando aseos en casas”.

Mientras su madre permanecía lejos, Rubén entraba de lleno en la adolescencia y al cumplir 14 años comenzó a vivir una de homosexual, abandonó la casa de sus tíos y se mudó a Guadalajara. Allí vivió sin límites esta homosexualidad. La cadena de acontecimientos se detuvo bruscamente años cuando le detectaron el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Al recordar esta etapa, Josefina confiesa que al saber la verdad de su hijo aunque el dolor, la confusión y los miedos, la dejaban destrozada, como si no hubiera solución, se aferró con toda el alma a su fe.


“Fueron varios meses allá en Los Ángeles de ir a la capilla. Siempre pidiendo a Dios que me pusiera los medios para poder asistir cada día a la Eucaristía. Allí me allegaba al Santísimo y no paraba de llorar a los pies del sagrario. Y el sacerdote me abrió las puertas y me dijo ‘a la hora que usted quiera venir, la capilla del sagrario estará abierta para usted’. Y yo iba y le lloraba en el sagrario a Dios, Nuestro Señor. Sufrí muchísimo. Todo se lo ofrecía a diario al Señor, por medio de la Eucaristía. Visitar a Dios, nuestro Señor, visitar al Santísimo y todo eso, la oración, el Santo Rosario y pues todo, para que nuestro Señor lo convirtiera. Para Dios todo era posible, ¡y mire lo que hizo, Rubén se convirtió!”

Hoy, que junto a Rubén y sus otros hijos comparten el hogar y el trabajo en México, está feliz de verlo fiel a sus convicciones, juntos, fortalecidos en la oración.

“Rubén –precisa- va casi a diario a la Eucaristía en La Merced. En el mero centro, como a una cuadra de la Catedral. Porque allí, todo el día está expuesto el Santísimo y hay misas cada hora, desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche. Y yo voy a la Adoración Nocturna.”

Josefina casi atropellando sus palabras por la alegre emoción nos dice que “la oración es lo que cuenta”. Siempre poner en manos de Dios todo, agrega. “Dios sabe cuándo y a qué hora se van a transformar las personas –continúa-, no cuando uno quiera. No hay que desanimarse. Con la ayuda de Dios, algún día pasará. San Agustín, apenas era un niño y ya era un gran pecador; y pues, ya ve que es uno de los mejores santos y su mamá, Santa Mónica cuántos años oró para que se convirtiera su hijo. Entonces la oración de una madre, tarde o temprano obra en su hijo. Nomás Dios sabe cuándo y a qué hora.”

Por lo que cuestan dos cervezas al mes ayudas a mantener Religión en Libertad
Fuente: Religión en Libertad

domingo, 26 de junio de 2016

Poeta, enfermero voluntario, abogó por los judíos ante Hitler… y el fotógrafo del genocidio armenio

Poeta, enfermero voluntario, abogó por los judíos ante Hitler… y el fotógrafo del genocidio armenio

La aportación de Armin Wegner es fundamental para conocer la historia del siglo XX

Poeta, enfermero voluntario, abogó por los judíos ante Hitler… y el fotógrafo del genocidio armenio

Armin Theophil Wegner ha pasado a la historia por ser el fotógrafo y el testigo del genocidio cometido por los turcos contra el pueblo armenio, en el que murieron más de un millón y medio de hombres, mujeres y niños. En algunos aspectos fue una persona adelantada a su tiempo: en su tesis doctoral, por ejemplo, nada menos que en 1914, defendía el derecho de huelga. Durante la I Guerra Mundial fue enfermero voluntario, condecorado con la Cruz de Hierro, y gran parte de su servicio lo realizó en Turquía, aliado de Alemania en la contienda. A su vuelta, además de pacifista y de denunciar la masacre de armenios, tiene entre sus haberes haber sido uno de los primeros alemanes que se enfrentó con Hitler por su persecución a los judíos. Después de pasar tiempo en campos de concentración, tuvo que exiliarse a Italia, en donde murió en 1978. Los armenios, en 1968, a instancias del Catholicòs, le condecoraron con Orden de San Gregorio el Iluminador, y un año antes, los judíos, con el título de “Justo entre las naciones”.

La vida de Armin fue una vida dedicada a los demás. Muestra de ello fue su alistamiento como enfermero voluntario durante la I Guerra Mundial. Su destino, Polonia durante el invierno de 1914-1915, en donde fue condecorado con la Cruz de Hierro para asistir a los heridos bajo el fuego. Poco después, en abril de 1915, con motivo de la alianza militar entre Alemania y Turquía, fue enviado a Oriente Medio como miembro del cuerpo sanitario alemán con grado de Segundo Lugarteniente en el 6to batallón del ejército Otomano, liderado por el Mariscal Von Der Goltz. Allí pudo moverse a lo largo de la vía ferroviaria hacia Bagdad, entre Siria y Mesopotamia. Ese verano de 1915 le llegaron las primeras noticias de los asesinatos que estaban cometiendo los aliados turcos contra la población armenia.


Investigando lo prohibido
Sin embargo, esta investigación estaba totalmente prohibida tanto por las autoridades turcas como por las alemanas, y más para una persona de su rango. Pero él no se amedrentó, las deportaciones, mutilaciones y violaciones que presenció en las estepas de la Anatolia contra la población Armenia lo afectaron profundamente. No eran algo nuevo e inesperado para él. Su padre, Gustav Wegner, de fuerte tradición prusiana, años atrás le había relatado otras persecuciones que habían sufrido los armenios, como las de 1895 a causa del despotismo del Sultán Abdul Hamid II, quien fue depuesto por los “Jóvenes Turcos”, los responsables del genocidio que él estaba presenciando.

Con gran riesgo de su vida, se dedicó a recopilar información: desde anotaciones y documentos, hasta evidencias visuales sobre el genocidio y los campos de deportación armenios, principalmente en el desierto sirio. Toda la información que fue descubriendo, así como las fotos que hizo, lo reenvió en parte a Alemania y en parte a Estados Unidos a través de rutas clandestinas en las que intervinieron consulados y embajadas de otros países extranjeros.


 
Condenado a cuidar enfermos de cólera
Con gran parte del trabajo hecho, sus rutas de correo clandestinas fueron descubiertas y Wegner detenido por los alemanes, a petición de las autoridades turcas. Fue destinado a Bagdad en las salas de los enfermos de cólera. Allí cayó gravemente enfermo, y en diciembre de 1916 volvió a Alemania trayendo consigo escondidos en su cinturón numerosas placas fotográficas con más imágenes del genocidio armenio del que había sido testigo.

De enfermero, a poeta y pacifista
Su paso por el Imperio Otomano no le dejó insensible ante la barbarie humana. A su vuelta a Alemania, entre 1918 y 1921, se convirtió en un miembro activo de los movimientos pacifistas y antimilitaristas mediante su dedicación literaria y poética. Llegó incluso a escribir en 1919 una "Carta abierta al Presidente Wilson" de los Estados Unidos pidiendo la creación de un estado armenio independiente, para poder dar un hogar a esta población que ya llevaba siglos siendo perseguida.


 
Previno a Hitler del genocidio judío
Pero su voz de protesta no finalizó con los armenios. Wegner fue también una de las primeras voces en protestar por el tratamiento que Hitler empezaba a dispensar a los judíos en Alemania. Llegó incluso a enviar una carta a Führer en 1933 en la que, entre otras cosas, se preguntaba: “¿Sobre quién caerá un día el mismo golpe que ahora se quiere asestar a los judíos, si no sobre nosotros mismos? Después que los judíos se han integrado perfectamente, contribuyendo a acrecentar la riqueza de Alemania, si se quiere eliminar su presencia conducirá necesariamente a la destrucción de los valores alemanes y de nuestro carácter moral”.

Y más adelante: “Con la tenacidad que ha permitido a este pueblo volverse antiguo, los judíos lograrán superar este periodo, pero la vergüenza que encontrará a Alemania a causa de eso no será olvidada por mucho tiempo”.

La respuesta no tardó en llegar. Wegner fue arrestado por la Gestapo, internado en varios campos de concentración nazis y torturado. Pudo ser liberado, pero optó por exiliarse a Roma donde vivió hasta su muerte en 1978.

Cosas del destino, en 1939, Hitler, con el genocidio judío en la cabeza, preguntaba: “¿Quién se acuerda hoy de la masacre de los armenios?”


 
En uno de sus poemas, “Der alte Mann” (El anciano), se puede leer este verso: “Mi conciencia me obliga a contarlo todo. Soy la voz del deportado en el desierto”. Su tumba tampoco deja indiferente a nadie. Sobre su lápida puede leerse unas palabras atribuidas al Papa Gregorio VII: “Amavi iustitiam odi iniquitatem. Propterea morior in exsilio” (He amado la justicia y odiado la iniquidad. Por eso muero en el exilio).

La historia del siglo XX no se habría podido contar sin la aportación de Armin Theophil Wegner. El hombre que fotografío el primer genocidio de este siglo.

Santo Evangelio 26 de Junio 2016


Día litúrgico: Domingo XIII (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,51-62): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Jesús se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo. 

Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

«Sígueme»
Pbro. José MARTÍNEZ Colín 
(Culiacán, México)


Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestro seguimiento de Cristo. Importa saber seguirlo como Él lo espera. Santiago y Juan aún no habían aprendido el mensaje de amor y de perdón: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» (Lc 9,54). Los otros convocados aún no se desprendían realmente de sus lazos familiares. Para seguir a Jesucristo y cumplir con nuestra misión, hay que hacerlo libres de toda atadura: «Nadie que (...) mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios» (Lc 9,62).

Con motivo de una Jornada Misionera Mundial, Juan Pablo II hizo un llamamiento a los católicos a ser misioneros del Evangelio de Cristo a través del diálogo y el perdón. El lema había sido: «La misión es anuncio de perdón». Dijo el Papa que sólo el amor de Dios es capaz de hermanar a los hombres de toda raza y cultura, y podrá hacer desaparecer las dolorosas divisiones, los contrastes ideológicos, las desigualdades económicas y los violentos atropellos que oprimen todavía a la Humanidad. Mediante la evangelización, los creyentes ayudan a los hombres a reconocerse como hermanos.

Si nos sentimos verdaderos hermanos, podremos comenzar a comprendernos y a dialogar con respeto. El Papa ha subrayado que el empeño por un diálogo atento y respetuoso es una condición para un auténtico testimonio del amor salvífico de Dios, porque quien perdona abre el corazón a los demás y se hace capaz de amar. El Señor nos lo dejó dicho en la Última Cena: «Que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado (...). En esto reconocerán todos que sois discípulos míos» (Jn 13,34-35).

Evangelizar es tarea de todos, aunque de modo diferente. Para algunos será acudir a muchos países donde aún no conocen a Jesús. A otros, en cambio, les corresponde evangelizar a su alrededor. Preguntémonos, por ejemplo, si quienes nos rodean saben y viven las verdades fundamentales de nuestra fe. Todos podemos y debemos apoyar, con nuestra oración, sacrificio y acción, la labor misionera, además del testimonio de nuestro perdón y comprensión para con los demás.

sábado, 25 de junio de 2016

Santo Evangelio 25 de Junio 2016



Día litúrgico: Sábado XII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado. 

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano»
Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé 
(Lleida, España)


Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.

© evangeli.net M&M Euroeditors 

viernes, 24 de junio de 2016

La primera gitana mártir: embarazada en la cárcel republicana, no quiso delatar a su catequista

La primera gitana mártir: embarazada en la cárcel republicana, no quiso delatar a su catequista
Emilia la Canastera, a los altares con los mártires de Almería

La primera gitana mártir: embarazada en la cárcel republicana, no quiso delatar a su catequista

La primera gitana mártir: embarazada en la cárcel republicana, no quiso delatar a su catequista
Una canastera gitana de tiempos modernos... Emilia era una joven canastera de 24 años, recién casada y embarazada



 Añadir a Facebook  Añadir a Twitter  Añadir a Goglle+  Añadir a Linkedin Añadir a Facebook  Añadir a Facebook  Añadir a Facebook  Aumentar texto  Disminuir texto
ReL24 junio 2016


Madre, esposa, joven pobre y analfabeta de 24 años, encarcelada con su bebé, que ha parido en condiciones inhumanas, en cautiverio... Podía haber mejorado su situación delatando a las autoridades su catequista, otra mujer encarcelada. Pero no lo hizo. Rezaba el Rosario y se aferraba a Dios durante 7 meses de cautiverio, meses de acercamiento a Cristo, de ser más como Cristo, hasta que el hambre y la enfermedad y un parto en malas condiciones, todo ello provocado y evitable, acabaron con ella.

Es la primera mujer gitana beata y mártir de la historia de la Iglesia Católica, Emilia Fernández Rodríguez, "Emilia la canastera", para los payos. El Papa Francisco ha ordenado hace pocos días su beatificación junto con otros 95 sacerdotes y 19 laicos mártires de la diócesis de Almeria.

Su historia está recogida en un librito de 2015, que difunde la diócesis de Almería y su delegado para las causas de los santos, titulado “Emilia, gitana mártir, y los héroes del río Almanzora”. 



Gitanos en las cuevas de Tíjola
Manuel Pozo Aller, un sacerdote natural de Tíjola, el pueblo de Emilia, a cien kilómetros de Almeria, escribe sobre sus recuerdos de infancia, un ambiente parecido al que vivió la joven mártir, en este pueblo.  

"Los recuerdos de las mañanas de mi niñez en Tíjola (Almería) están llenps de jornaleros en la plaza del pueblo con azada y atillo sentados en el bordillo de la acera esperando ser contratados por los propietarios de las tierras dedicadas en su mayoría al cultivo del parral para uva de mesa. [...] Por desgracia los jornaleros no eran los más pobres del lugar. Un numeroso grupo de gitanos les adelantaba en necesidades y penurias. Habitaban en el barrio denominado de las Bodeguicas, en cuevas horadadas en las montañas, ofreciendo un espectáculo paisajístico verdaderamente troglodita, haciendo la vida en la calle y dejando solo para la intimidad del hogar el lugar de descanso y la despensa. No había distinción de estancia entre humanos y animales. Una rambla partía en dos el barrio y roturaba una única avenida por donde circulaban bestias, carros y humanos".

"En aquellos años difíciles el coadjutor de mi ciudad era don José Guirao Menchón, un joven y dinámico sacerdote. Él me abrió los ojos para mirar la realidad que me rodeaba. Con él visité muchas veces a las familias gitanas y fui testigo de su exquisita caridad con los más pobres. [...] En una de estas tertulias al aire libre y bajo las estrellas oí hablar por vez primera de la gitanilla Emilia a quien los “payos” le habían apodado “la Canastera” por el oficio humilde y artesano con que se ganaba el pan de cada día". 

Parroquia de Tíjola donde fue bautizada en 1914
la mártir con el nombre de Emilia Gregoria Margarita

Su nombre era Emilia Fernández Rodríguez, nacida y bautizada en la parroquia de Santa María de Tíjola el 13 de abril de 1914 con los nombres de Emilia, Gregoria y Margarita. Era la segunda de tres hermanos y vivía, como tantos gitanos, en las casas-gruta. Tenía 4 años cuando la gran gripe tras la Guerra Mundial (la de 1918, la que llamarían "gripe española") mató a unos 50 niños del pueblo: ella sobrevivió. Sus padres le enseñaron a hacer cestos de mimbre y los vendían en los pueblos.

Casada en plena guerra
Llegó la Guerra Civil. Tíjola fue territorio republicano durante toda la guerra y los gitanos trataban de no sentirse involucrados en el conflicto. De hecho, en plena guerra, en febrero o marzo de 1938, Emilia se casó con su pariente Juan Cortés, un año menor que ella, por el rito gitano.  

Pero al poco llegaron milicianos insistiendo en alistar a Juan para el frente. Ella ya estaba embarazada. Idearon un plan para que él no fuese a la guerra. Prepararon una sustancia que pusieron en los ojos de Juan para dejarlo temporalmente ciego y mostrarlo incapacitado para el servicio. Pero cuando un tiempo después los milicianos vuelven y comprobaron que el joven gitano volvía a ver, constataron el engaño y los encarcelaron en prisiones separadas. A él, en la antigua azucarera "El Ingenio", reconvertida en prisión. A ella, en la cárcel de mujeres llamada Gachas Colorás, donde ingresó el 21 de junio.  

Hambre en la prisión de mujeres
Su compañera de prisión María de los Ángeles Roda Díaz describiría así las condiciones en esta prisión republicana con unas 40 presas "de derechas", que a veces eran simplemente mujeres cristianas.

Por las mañanas, "agua sucia" (café) y un pedazo de pan; para comer, "lentejas con gusanos, habas cocidas con sus cáscaras y una torta de arroz cocido"; como cena, pan y agua. "Allí dentro todas nosotras estábamos más bien delgadas y desnutridas, pues el alimento que nos daban era apenas suficiente para vivir. A la gitana le daban la misma ración que a las demás, sin tener en consideración que llevaba un hijo en el seno. Algunas de nosotras en las comidas le pasábamos algo de los víveres que nos traían las familias. Lo mejor que nos llegaba de casa era para ella".

Emilia, embarazada, con su vientre hinchándose, fue juzgada el 9 de julio de 1938: se la condenó a seis años de cárcel.

Al principio, la joven gitana se sentía sola y no hablaba con las otras reclusas. Muchas veces hablaba en caló y sus compañeras ni la entendían. Pero su juventud y su estado despertaron enseguida la simpatía de las presas. Una chica de su misma edad, Dolores del Olmo Serrano, Lola, trabó amistad con ella. Era la que llevaba más tiempo presa allí por su militancia política en Acción Popular, el partido conservador fundado por el Siervo de Dios Ángel Herrera Oria. Al principio de la guerra se había significado demasiado visitando presos y celebrando algunas excarcelaciones.

Las mujeres solían rezar en grupo por las tardes y Emilia pidió a Lola que le enseñase las oraciones y a hacer correctamente la señal de la cruz. 

Ángeles Roda cuenta que Emilia era "una persona muy buena, humilde y religiosa", una mujer "fascinante". En prisión, con Lola,  aprendió el padrenuestro, el avemaría y el Gloria, todo el rezo del rosario. Las letanías en latín no consiguió memorizarlas, pero a ella le bastaba con responder el "ora pro nobis". 

Entonces empezó el martirio propiamente dicho: el testimonio bajo persecución por la fe.

Interrogada por rezar
La directora de la cárcel, Pilar Salmerón Martínez, supo que la joven gitana había aprendido a rezar el rosario y llamó a Emilia para que delatara a su catequista. A cambio le ofrecía un mejor trato, e incluso interceder por su libertad o intentar sacar a Juan de prisión. Probablemente, consideraba que la gitana era la menos integrada en el grupo o la más débil y presionable.

Ninguna de las dos lo sabía, pero dos años antes se había dado una escena similar en Barbastro (Huesca), cuando otro gitano encarcelado, Ceferino "el Pelé", rechazó deshacerse de su rosario -como le proponían algunos mediadores- a cambio de ser liberado. Pero el caso del beato Ceferino, el otro gitano español en los altares, es distinto en el sentido de que él era ya un hombre de 74 años, un cristiano firme y comprometido de toda la vida, y apreciado en la vida pública como comerciante honrado, concejal, hombre generoso y pacificador. Su hija adoptiva ya estaba crecida. En cambio, Emilia no era nadie, sólo una gitana joven. Espiritualmente, ella apenas estaba empezando a crecer en la fe, era una joven recién casada y a punto de dar a luz.

Emilia se negó a delatar a Lola, que ya había estado antes en celdas de aislamiento. Y la directora decidió castigar a la gitana embarazada con esas celdas terribles. Lola, que era vista como la cabecilla evidente y veterana de 3 años de prisión, también fue encerrada en esas celdas que ya conocía. 

Encarnizamiento con la gitana
Con encarnizamiento, la directora mantuvo a Emilia en la celda de castigo en el frío invierno y le recortó la comida. Aunque Emilia pidió al gobernador civil que la liberasen por su embarazo y su delicado estado, no hubo respuesta. 

El 13 de enero, a las dos de la madrugada, Emilia dio a luz en el suelo de la celda a una niña, ayudada por algunas reclusas. Su amiga Lola bautizó a la pequeña esa tarde: se llamó Ángeles. 

Madre e hija fueron llevadas al hospital, pero 4 días después ambas vuelven a la misma celda de castigo pese a sus hemorragias. Emilia empeoró. El 25 de enero una carroza de caballos la llevó moribunda al hospital donde murió. El certificado médico lo atribuye a una infección postparto sumada con una bronconeumonía. 

Para la Iglesia está claro: su caso es como el de otros mártires del siglo XX, por ejemplo en los campos nazis o comunistas, que mueren por el trato inhumano en prisiones a causa de su fe. En este caso está claro que si ella hubiera delatado a su catequista y hubiera renunciado a una vida cristiana visible habría sido premiada con mejores condiciones. 

Está registrado que el cuerpo de Emilia fue arrojado a la fosa común del cementerio municipal de Almería. Juan, el joven viudo, quedaría libre al acabar la guerra y se casaría con Isabel, la hermana pequeña de Emilia. Ambos han muerto ya, al parecer sin hijos.  

De la bebé, que hoy sería una mujer de 77 años, no se sabe nada. Probablemente fue entregada en adopción a una familia republicana y perdió su nombre original, Ángeles Cortés Fernández. Si aún vive debe desconocer su origen e ignora que es hija de la primera mujer gitana mártir de la fe. 
Religión en Libertad es gratis… pero necesita de tu ayuda para que siga existiendo

Santo Evangelio 24 de Junio 2016



Día litúrgico: 24 de Junio: El Nacimiento de san Juan Bautista

Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados. 

Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

«El niño crecía y su espíritu se fortalecía»
Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel 
(Barcelona, España)


Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.

Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).

Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.

© evangeli.net M&M Euroeditors |

jueves, 23 de junio de 2016

Se drogaba y ya pensaba en suicidarse, cuando hizo una oración desesperada... y Dios respondió

Se drogaba y ya pensaba en suicidarse, cuando hizo una oración desesperada... y Dios respondió

Testimonio de Gregory Aguado: peor que la droga, era la mentira

Se drogaba y ya pensaba en suicidarse, cuando hizo una oración desesperada... y Dios respondió

Gregory Aguado explica cómo Dios respondió a su oración, llevándole al lugar que le sanaría

El programa de testimonios Cambio de Agujas, de HM Televisión, ha publicado el testimonio de Gregory Aguado, un joven adoptado en una familia cristiana, que durante años vivió una doble vida enganchado a la droga, hasta que un día, pensando ya en suicidarse, hizo una oración desesperada y Dios pareció orientarle desde ese momento hacia la verdad, dura, pero liberadora.

Huérfano a los 9 años
Gregory Aguado nació en Madrid, “sin tener ya papá y con una mamá muy enferma”. Su madre murió después, cuando él tenía 9 años. El dolor, fuerte, se acumuló en su interior, en sus heridas de infancia. No sabía cómo expresarlo, y no tenía con quien compartirlo.

“Yo sufría mucho. Salía de la escuela, y todos mis amigos tenían a sus mamás fuera esperándoles para darles la merienda. Y yo salía y no tenía a nadie”.

No encajó bien en la primera familia de acogida con la que vivió: “Cuando yo me iba a la cama, lloraba, aunque tenía lo que todo niño puede querer. Juguetes, viajes, escuela... Todo. Pero me encontraba solo”. A los 13 años esta familia atravesó una serie de dificultades y tuvo que renunciar a la acogida de Gregory.


Poco tiempo después, Gregory era acogido en una nueva familia, esta vez en Valencia. Y era una familia firmemente católica. En casa se hablaba de Dios y de la Virgen con naturalidad, se rezaba el Rosario e iban a misa diaria.

Gregory estaba contento aquí, y cuando con 16 años le propusieron adoptarlo dijo que sí. “Era la primera vez que yo me sentía amado, querido, y me sentía en familia”.

Heridas ocultas: y vivir ocultándolas
Sin embargo, Gregory arrastraba las heridas de su infancia en su interior. Le costaba aceptar las reglas familiares, las reglas de cualquier tipo, de hecho. Incluso el amor, aceptar un abrazo de sus nuevos padres... En general, tenía miedo a abrir su corazón, a mostrar su interior, “porque pensaba que lo que yo llevaba dentro no era bonito”.

Estaba convencido de que en su interior él no era bueno, y que debía disimularlo. Debía levantar fachadas, mentir: esa fue su línea de acción desde que tenía 16 años.

“Todo lo que yo pensaba que era malo de mí lo tapaba con la mentira. Yo después he sido un tóxicodependiente. He sido cocainómano durante mucho tiempo. Pero yo pienso que mi mayor droga ha sido la mentira. Tapar todo lo que era, tapar todo lo que yo vivía, todo lo que sentía, intentar no escuchar la voz de la conciencia...”

Doble vida: misa y drogas
Comenzó a llevar una doble vida. En casa, en esa familia que le amaba y le había adoptado, era como se esperaba que él fuera.

Pero fuera de casa era distinto. “Con dieciséis años empecé a tomar las drogas, la marihuana, los porros… Yo pienso que lo malo fue que a mí me gustaba, sobre todo me gusta cómo me sentía frente a los otros. Pasaba a transgredir más. Primero pastillas, luego cocaína, crack, heroína... tantas cosas que he tomado...”

Había conseguido una doble vida completa, y se había convencido a sí mismo de que podía “controlar”. “Yo incluso iba a Misa, si se tenía que rezar, yo rezaba”...

Pero cuando sus padres descubrieron que faltaba dinero y que Gregory les engañaba se pusieron serios.

“Tomaron una buena decisión. Me dijeron: «Bueno, si quieres hacer tu vida, vete de casa». Yo con mi orgullo, con mi prepotencia me fui. Y lo primero que sufrí fue la calle. Tuve que vivir cuatro meses en la calle. Trabajando. Lo que cobraba me lo gastaba todo: en mi fiesta, en mis drogas, en estas cosas. Y ahí, empecé a encontrar la soledad, ya la gente no me miraba igual, no. Y si yo salía, me tenía que drogar, porque si no me drogaba no era un día tranquilo”.

Cayendo en el abismo
Al principio se drogaba solo para salir: los sábados y los domingos. Luego lo fue ampliando a todos los días de la semana.

“Yo pensaba que lo tenía todo controlado y que no era como los yonquis o como el que está en la calle, que tiene que pincharse, que está pasando el mono… Pero ya consumía ocho gramos de cocaína al día. Tenía que robar, tenía que traficar, tenía que hacer de todo… Y lo que más me impresionó un día,  es que yo ya no quería salir… Yo me iba a mi apartamento, tenía mis cosas y ya estaba. Y eso era mi madre, eso era mi comida, eso era mi dios… Todo eso, la cocaína era todo eso”.

A los 21 años, Gregory empezó a entender que en realidad no controlaba nada. Y se asustó.

“Sólo me importaba llegar a casa y tener mi cocaína y ya está. Me empezó a dar miedo porque no me importaban las chicas, no me importaba el sexo, dejó de importarme todo... Yo me iba a la cama, y cuando me apoyaba decía: ¡qué mierda de vida tengo! Me levantaba y me iba al sofá, y ahí me drogaba más para evitar las voces”.

Antes del suicidio, clamar a Dios
A los 22 años, desesperado, Gregory pensó en el suicidio. Y también rezó. Debía tres meses de alquiler, se había roto una rodilla, estaba tremendamente mal…

“Mira, Dios, si estás ahí, dame una respuesta clara, porque ya no puedo más”. Esa fue su oración.

Pensaba suicidarse... pero antes telefoneó a su madre adoptiva, para hablar un poco. Ella le dijo:

- Ven a casa y vamos a hablar...

Gregory acudió, les habló de dinero... “No he pagado, estoy así, estoy mal, con esto de la crisis no me pagan…” Pero su madre tenía una propuesta muy concreta.

- Puedes volver a casa si quieres. Te propongo una cosa: ingresar en la Comunidad del Cenáculo. Pero a lo mejor no es para ti, porque es para drogadictos –dijo ella, sin saber de la adicción de Gregory.

- No, eso no es para mí -dijo Gregory.

Pero volvió con sus padres. Y en esos días conoció al padre Kevin Deakin, de los Siervos del Hogar de la Madre. Kevin Deakin también había vivido la adicción a las drogas y en la Comunidad del Cenáculo, con oración, comunidad y trabajo, se había desintoxicado. (Lea y vea aquí la hermosa historia de sanación de Kevin Deakin).


“Me explicó su vida, que había estado también en las tinieblas, en la droga y cómo todo cambió.  Empezó a explicarme cómo se sentía, cómo encontró al Señor. Yo no había escuchado a nadie que sintiera lo mismo que yo. Y me sentí muy, muy igual”.

Gregory tenía pánico a admitir ante su familia que era drogadicto, pero se apuntó a “hacer una experiencia” en el Cenáculo.

Una comunidad sanadora
A los nuevos en una comunidad del Cenáculo se les asigna un acompañante o “ángel custodio”, un veterano que ha sido drogadicto y se conoce todas las mentiras y los trucos de quien ha sido esclavo de la droga.

En la primera reunión, su “ángel” le explicó:

-Aquí no hay música, no hay mujeres, no hay dinero, vas a rezar, vas a trabajar, vas a hacer amistad, no puedes ponerte las manos en los bolsillos, comerás cuando nosotros te digamos…
- Esto no es una cura, esto es la cárcel –dijo Gregory.
- Pero aquí vas a conseguir amar tu vida. Si quieres hacer un buen regalo a tu vida, a lo mejor tendrías que entrar – le respondió.

Él seguía negando ser drogadicto. Pero observó el caso de otro chico, de 22 años, que reconocía que fuera del Cenáculo se drogaba, que reconocía que necesitaba ayuda... “Lo que más me tocaba era que él sí era capaz de decir la verdad de modo abierto”.

En el Cenáculo, durante dos años, Gregory perseveró sin drogarse y descubrió la amistad verdadera. También descubrió que podía amarse a sí mismo. “Abrazar mis pobrezas y darme cuenta de que es normal ser débil y que es más bonito ser como soy. Me he dado cuenta que esa ha sido mi mayor droga, que siempre he querido tapar eso”.

La recaída y la verdad
En una semana con sus padres, Gregory se fue con los amigos y se emborrachó brutalmente.

Su madre, al día siguiente, le interrogó:

- ¿Qué te pasa? Dime la verdad.

Por primera vez, Gregory se animó a explicar la realidad.

- Hay una cosa que te tengo que decir y que a nadie se lo he dicho: soy toxicómano. ¿Te acuerdas cuando yo me escapaba? ¿Te acuerdas por qué yo gastaba tanto dinero?

Su madre lo abrazó. Y le animó a perseverar.

- Gracias, -dijo ella- porque ahora puedo entenderlo. Ahora te conozco más. Y sí han valido la pena estos dos años para que tú aunque salieras y recayeras… lo reconocieras. Vuelve, vuelve allí.

No fue fácil para Gregory volver al Cenáculo y reconocer, ante los sacerdotes y ante toda la comunidad que había mentido. También en esta ocasión, Gregory se sorprendió ante la reacción de la comunidad: “Todos me abrazaron y dijeron: menos mal que has abrazado tu vida”.

Gregory acompaña unas actividades del Cenáculo en México

Jesus sana la falta de amor
Gregory hoy va a la raíz del problema de su vida y de mucha gente: una falta de amor y autenticidad en el corazón.
Él, mediante el amor y la amistad en el Cenáculo, descubrió el amor y la amistad de Jesucristo, y eso sanó sus heridas.

“Quien esté en tristeza que se pregunte por qué y si realmente le gusta. A mí no me gustaba estar triste. Yo pienso que en Jesús está todo, hay gente de fuera que dicen que en la comunidad nos hacen cristoterapia. No es verdad. Cristo no es una terapia. Cristo es hombre y existe, no es una ideología, no es filosofía. Cristo es alguien, Jesús es alguien que cura, que si tú le hablas te responde. Y yo, cuando estaba tan desesperado que me quería quitar la vida, me respondió. Cuando estaba en lo más profundo de mi pecado, en la escoria misma, Cristo me escuchó, Jesús me escuchó y me dio una respuesta clara. A lo mejor yo no la veía, pero me dio una respuesta clara".  

"Quien esté en tristeza que se pregunte y que grite al Señor, porque tiene derecho a gritar. Si se siente desesperado, que lo haga, porque yo estoy seguro de que Cristo responde, estoy convencido de que Cristo responde y te da la oportunidad. No digo que sea en la Comunidad Cenáculo, pero Cristo te da las herramientas y no te va dejar perder”, anima.

Fuente: Religión en libertad