miércoles, 31 de mayo de 2017

Santo Evangelio 31 de Mayo 2017



Día litúrgico: 31 de Mayo: La Visitación de la Virgen

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.


«Saltó de gozo el niño en mi seno»
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida 
(Lleida, España)



Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.

El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).

A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».

Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.

Abortó y practicó el esoterismo pero Mariana se convirtió tras quedar parapléjica por un disparo


Esta mujer da un testimonio de misericordia y perdón, tanto recibido como ofrecido

Abortó y practicó el esoterismo pero Mariana se convirtió tras quedar parapléjica por un disparo

Mariana Barragán llevó una vida desenfrenada, abortó y recibió un disparo que la dejó parapléjica

Abortó y practicó el esoterismo pero Mariana se convirtió tras quedar parapléjica por un disparo

Mariana Barragán es testigo de la fuerza de la misericordia y del perdón. Y lo ha experimentado en un doble sentido pues ella se ha sentido perdonada por Dios y por su hijo tras abortar y ha podido perdonar al hombre que la dejó en silla de ruedas para siempre por un disparo.

Desde joven no se enfrentó a los sufrimientos que llegaban a su vida sino que intentó esquivarlos llenando su vida con otras cosas que la hicieron sufrir aún más. La enfermedad de su madre, que padecía cáncer, fue el desencadenante. “Cuando recibí la terrible noticia mi vida cambió súbitamente”.

Su madre murió y la vida de Mariana se sumió en el más absoluto desordén. “Fue un dolor muy intenso, no imaginaba mi vida sin mi madre y para evadirme de la realidad inicié una ‘vida nueva’”. Consistía en vivir la “felicidad” que el mundo le ofrecía por lo que su vida pasó a ser la fiestas y los excesos. Bebía de más, mantenía relaciones sexuales con personas que conocía e incluso llegó a probar las drogas.

Aborto: "¡adiós bebé!"
Además, esta mujer mexicana recuerda que practicó el “esoterismo, fui a que me adivinaran el futuro sin saber en ese momento  que sólo le estaba abriendo puertas al mal. Así fue mi vida durante tres años”.

Pero todavía le tocaban vivir males que convivirían con ella durante muchos años. En esta etapa llegó a tener varios novios y en una de estas relaciones se quedó embarazada. “Con mi pareja las cosas no iban bien, y me propuso dos opciones: casarnos o abortarlo”, recuerda Mariana. Y finalmente “abortamos, fuimos a una clínica y ¡adiós, bebé! Al despertar, lloré pero inmediatamente lo bloquee y me dije: ‘¿para qué lloras si no había vida?’”.

El disparo que le cambió la vida
Tras el aborto siguió con la misma vida que llevaba. Noche, alcohol, fiesta y sexo hasta que un día su vida cambió para siempre. Mariana tenía 24 años y un día al salir del trabajo iba a ir al cine con sus compañeros y al subirse al coche se les acercó una persona que debajo del abrigo llevaba una pistola y una escopeta. El hombre disparó y ella fue alcanzada por una bala.


“Cuando desperté me dijeron que la persona que me disparó estaba muy drogado, me disparó, cogió un taxi y se fue a una farmacia para asaltarla porque quería más droga, la Policía llegó y le disparó nueve veces pero está vivo”, recuerda Mariana en una entrevista en Mater Mundi TV. Y cuenta que en ese momento “yo tenía un odio horrible y me preguntaba cómo era posible que estuviera vivo, por qué no había muerto”.

En el hospital le dieron la noticia que marcaría su vida para siempre: nunca más volvería a andar. “Cuando me dieron esa noticia lloré muchísimo, me quería morir”.

Pudo sentir compasión por su agresor
Un mes después su abogado le dijo tenía que ir a declarar y a reconocer a la persona que le disparó. Ella no quería pero la única forma de que le juzgaran. Afirma que “cuando le vi pasó algo increíble en mi vida, algo sobrenatural. Cuando estábamos frente a frente empecé a sentir paz, compasión, ternura y misericordia de él”.

Sin embargo, Mariana Barragan confiesa que “todavía no sabía que era una gracia que Dios me había dado en ese momento”.

En ese momento su abuela le hizo un regalo que no valoró hasta mucho tiempo después. Era un libro sobre la Virgen de la paz de Medjugorje. “Me dijo que lo leyera porque me iba a sanar al corazón”. Pero el libro fue directamente a su armario.

Mientras tanto, Mariana intentaba recuperar la normalidad en su vida. Explica que “Dios iba trabajando en mí y me hizo ver que había dos opciones: ser feliz a pesar de mis circunstancias o quedarme en la cama llorando amargada y decidí luchar”.

El extraordinario suceso de la discoteca
Curiosamente, varias personas de su entorno empezaron a hablarla de la Virgen pero ella no quería saber nada hasta que algo muy extraño ocurrió en una discoteca. “Se acercó a mí un chico guapo y me pidió sentarse conmigo. Entonces me dijo: ¿has oído hablar de la Virgen de la paz de Medjugorje?”.

Ella no daba crédito y le contó lo del libro de su abuela y él le dijo que lo leyera porque le cambiaría la vida. Y se levantó y se fue.


Mariana ofrece su testimonio allá donde va para ayudar a tanta gente como pueda

Tras este momento lo primero que hizo Mariana fue leer el libro de la Virgen y su vida empezó a cambiar justo en ese momento. “Empecé a sentir paz y lo importante que es rezar el Rosario por lo que empecé a rezar todos los días y a enamorarme de la Virgen”, asegura.

La absolución del pecado del aborto
Poco después acudió a un retiro espiritual donde siguió este enamoramiento de Dios en el que “lloraba de sentirme tan amada”. Pero todo el sufrimiento del aborto seguía en lo profundo de su corazón. Y entonces le hablaron del pecado por lo que empezó a recordar todas las cosas malas que había hecho en su vida y también el aborto de su hija siendo consciente de que había matado a su bebé.

Sentía un dolor muy fuerte por lo que había hecho en el pasado pero pudo experimentar la fuerza de la misericordia tras recibir la absolución por parte del obispo.

Pero además otro acontecimiento la ayudó a perdonarse a sí misma. Estaba en una capillita dedicada a los niños no nacidos y un sacerdote llegó con un grupo de peregrinos y les empezó a hablar de las consecuencias del aborto.

Una voz dulce me dijo: "no llores, ya te perdoné"
Entonces, este cura realizó una oración de sanación  por las personas que habían abortado. Y dijo que “si alguien de los que está aquí abortó le pido que abra el corazón para que les puedan entregar a su hijo. Y en ese momento cerré los ojos y vi una imagen de Jesús con un bebé en sus brazos y luego tenía yo a este bebé en mis brazos. Yo lloraba y le pedía perdón pero una voz muy dulce me dijo: ‘no llores, ya te perdoné’”.

Desde entonces Mariana no solo es una devota católica sino también una importante activista provida.

martes, 30 de mayo de 2017

Santo Evangelio 20 de Mayo 2017


Día litúrgico: Martes VII de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 17,1-11a): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. 

»Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. 

»Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti».


«Padre, ha llegado la hora»
Rev. D. Pere OLIVA i March 
(Sant Feliu de Torelló, Barcelona, España)



Hoy, el Evangelio de san Juan —que hace días estamos leyendo— comienza hablándonos de la “hora”: «Padre, ha llegado la hora» (Jn 17,1). El momento culminante, la glorificación de todas las cosas, la donación máxima de Cristo que se entrega por todos... “La hora” es todavía una realidad escondida a los hombres; se revelará a medida que la trama de la vida de Jesús nos abra la perspectiva de la cruz.

¿Ha llegado la hora? ¿La hora de qué? Pues ha llegado la hora en que los hombres conozcamos el nombre de Dios, o sea, su acción, la manera de dirigirse a la Humanidad, la manera de hablarnos en el Hijo, en Cristo que ama.

Los hombres y las mujeres de hoy, conociendo a Dios por Jesús («las palabras que tú me diste se las he dado a ellos»: Jn 17,8), llegamos a ser testigos de la vida, de la vida divina que se desarrolla en nosotros por el sacramento bautismal. En Él vivimos, nos movemos y somos; en Él encontramos palabras que alimentan y que nos hacen crecer; en Él descubrimos qué quiere Dios de nosotros: la plenitud, la realización humana, una existencia que no vive de vanagloria personal sino de una actitud existencial que se apoya en Dios mismo y en su gloria. Como nos recuerda san Ireneo, «la gloria de Dios es que el hombre viva». ¡Alabemos a Dios y su gloria para que la persona humana llegue a su plenitud!

Estamos marcados por el Evangelio de Jesucristo; trabajamos para la gloria de Dios, tarea que se traduce en un mayor servicio a la vida de los hombres y mujeres de hoy. Esto quiere decir: trabajar por la verdadera comunicación humana, la felicidad verdadera de la persona, fomentar el gozo de los tristes, ejercer la compasión con los débiles... En definitiva: abiertos a la Vida (en mayúscula).

Por el espíritu, Dios trabaja en el interior de cada ser humano y habita en lo más profundo de la persona y no deja de estimular a todos a vivir de los valores del Evangelio. La Buena Nueva es expresión de la felicidad liberadora que Él quiere darnos.

El niño que agradecía a Jesús su propia muerte: «Con la enfermedad he llegado a conocerte más»


Luisito, de 12 años, falleció en la clínica del padre Aldo Trento

El niño que agradecía a Jesús su propia muerte: «Con la enfermedad he llegado a conocerte más»

Aldo Trento, con uno de los niños hospitalizados en la Clínica Divina Providencia.

El niño que agradecía a Jesús su propia muerte: «Con la enfermedad he llegado a conocerte más»

El sacerdote Aldo Trento, que atiende a personas enfermas pobres o excluidas en la Fundación San Rafael de Asunción del Paraguay, ofreció en Tempi la historia de la edificante muerte de un niño fallecido en el centro:

Luisito, un niño de 12 años, se estaba yendo. Sus respiraciones eran cada vez más profundas y distanciadas. Apenas abría los ojos. Le costaba oír. Miraba a la Virgen, miraba a su madre. A la pregunta del sacerdote: «¿Amas a Jesús, estás preparado para encontrarte con Él?», respondió: «Sí, padre».

La madre había reunido a toda la familia para decirle adiós. Fue un momento hermoso y feliz para todos. Cuando se fueron, la madre dejó las líneas publicadas más abajo, fruto de noches insomnes durante las cuales velaba, como la Virgen María, a su hijo inquieto y atormentado por una metástasis que lo consumió totalmente.

Tras las líneas de la madre, una carta que Luisito escribió a Jesús poco antes de morir.

Carta de la madre de Luisito
Dios mío, estoy ante mi hijo, que se está muriendo. Mentiría si afirmase que estoy resignada. Estoy triste y llena de miedo, porque he hecho todo lo humanamente posible para curar a Luis. ¡Oh Dios, mi hijo está en tus manos! Si quieres, Tú puedes hacer el milagro de curar a mi hijo. Señor, no te lo digo como un reproche, sino que te lo pido con todo mi corazón. Sin embargo, si mi hijo está destinado a volver con tus ángeles al Paraíso, soy feliz. Señor, te pido de nuevo que Luis no sufra, que no sienta dolor… y te doy las gracias por habérmelo dado como hijo.


Jesús Sacramentado visita cada noche antes de dormir a los enfermos de la Clínica Divina Providencia.

Es un niño especial: alegre, cariñoso, siempre piensa antes en los otros. Recuerdo que cuando le enviaba a la panadería para comprar pan, en el camino de vuelta lo iba dividiendo con sus amigos y luego me decía: «Mamá, no te enfades. Quita la parte que me toca y dásela a mis hermanos». ¿Te acuerdas, Señor, cuando le pedía a su padre que cantara tocando la guitarra durante la misa en la capilla? Señor, has elegido a este hijo mío para darnos una lección de vida, para enseñarnos cómo combatir en esta vida conociéndote, Dios mío, como él suele hacer.

Te doy las gracias, Señor, porque a través de la enfermedad de mi Luis has ayudado a mis otros hijos a salir del pozo ciego en el que habían caído y a reemprender nuevamente Tu camino. Te doy las gracias, Señor, por haber permitido que lo tuviera un año más; él me ha ayudado a acercarme a ti, oh Dios, porque a pesar de todo lo que veo y sufro, sé que él va al Cielo, y porque sólo dos veces durante todo este largo tiempo de enfermedad ha dicho "¡ay!": cuando se estaba recuperando de la cirugía y cuando le hicieron una punción en los pulmones.

Gracias, Señor, porque a causa de su enfermedad Luis ha llegado a esta Clínica Divina Providencia, para estar más cerca de ti y conocerte mejor. Te pido que me ayudes a ser cada día más fuerte en la fe, Señor, y que tengas piedad de esta pobre pecadora enviando Tu Misericordia sobre mi familia.

Carta de Luisito a Jesús
Oh Jesús, antes de tener esta enfermedad yo te conocía poco, pero muy poco. Con la enfermedad, poco a poco he llegado a conocerte más. Ahora sé que Tú eres mi Salvador, porque todas las cosas que te pedía, o todo lo que te pido, me lo has dado siempre.

Recuerdo que una vez te pedí salud para mi madre y Tú me escuchaste, Señor. Hiciste que mi madre se sintiera mejor y ahora ya no tiene su enfermedad de los vértigos. También cuando me faltaba el aire y me estaba asfixiando, me has dado la respiración para decir estas palabras. Viniste a la tierra para morir por mí y cuando decidas que me quieres llevar cerca de Tu Padre, iré.

Gracias, Señor, por todo; gracias por los días que me has dado de vida, gracias por la luz, porque aún estoy con mi madre, con mis hermanos, con toda la gente a la que más amo. Luis.

Traducción de Helena Faccia Serrano.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 29 de mayo de 2017

Santo Evangelio 29 de Mayo 2017



Día litúrgico: Lunes VII de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 16,29-33): En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».


«¡Ánimo!: yo he vencido al mundo»
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala 
(Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)


Hoy podemos tener la sensación de que el mundo de la fe en Cristo se debilita. Hay muchas noticias que van en contra de la fortaleza que querríamos recibir de la vida fundamentada íntegramente en el Evangelio. Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en contra de todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. No obstante, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen más malestar e inquietud interior. ¿No será por esto que, hoy, las personas van por la calle enfurruñadas, cerradas y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir?

Las palabras de Jesús nos invitan a la confianza: «¡Ánimo!: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), es decir, por su Pasión, Muerte y Resurrección ha alcanzado la vida eterna, aquella que no tiene obstáculos, aquella que no tiene límite porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades. 

Los de Cristo vencemos las dificultades tal y como Él las ha vencido, a pesar de que en nuestra vida también hayamos de pasar por sucesivas muertes y resurrecciones, nunca deseadas pero sí asumidas por el mismo Misterio Pascual de Cristo. ¿Acaso no son “muertes” la pérdida de un amigo, la separación de la persona amada, el fracaso de un proyecto o las limitaciones que experimentamos a causa de nuestra fragilidad humana?

Pero «sobre todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó» (Rom 8,37). Seamos testigos del amor de Dios, porque Él en nosotros «ha hecho (...) cosas grandes» (Lc 1,49) y nos ha dado su ayuda para superar toda dificultad, incluso la muerte, porque Cristo nos comunica su Espíritu Santo.

Salió de una crisis vocacional preguntándose qué ofrecerle a Dios... y lleva 45 años como misionera


Sor Ida evoca casos de aborto, ruptura familiar... ¡hasta le pidieron la absolución!

Salió de una crisis vocacional preguntándose qué ofrecerle a Dios... y lleva 45 años como misionera

Sor Ida Porrino relata sustanciosas anécdotas de una vida entera como religiosa en tierra de misión.

Cuando parecía que sus años de noviciado no iban a concluir haciendo los votos, y un joven aparecía en su vida como para indicarle otro camino, Sor Ida Porrino se hizo la pregunta clave: "¿Qué le ofrezco a Dios?". Ella misma contó en Asia News cuál fue su respuesta a, ahora que se apresta a un radical cambio de destino:

Nací en Montegrosso (Costigliole d’Asti), soy la sexta de ocho hijos de una familia campesina. Mi mamá respetaba nuestras decisiones. Ella quería que sus hijos hallaran su camino y que estuviesen contentos. Mi papá, en cambio, quería que yo fuese enfermera, decía que las religiosas no tienen una posición muy elevada en la Iglesia. Mi hermano entró en el seminario de los salesianos y luego salió, y entonces yo sentí que teníamos una deuda con la Iglesia: un hijo sacerdote hubiese estado mejor, pero, en el fondo, ¡una religiosa también estaba bien!

¿Por qué elegí a las Hijas de San Pablo? Las hermanas salesianas me seguían, a través de mi hermano, pero a decir verdad, no me atraían. Una vez, las Hijas de San Pablo vinieron a nuestra parroquia, las vi plenas de vida y espontáneas, no nos gritaban porque el vestido fuese demasiado corto o demasiado largo, o porque debiese llevarse el velo cuando se iba a misa.

Si una puede hacerse religiosa manteniendo la propia originalidad, entonces puedo pensar en el tema. Yo estaba en la escuela media. Luego fui a Alba para hacer magisterio; en cambio, mi hermano, el que inicialmente había pensado en ser salesiano, llegó a ser abogado, porque mi papá invertía en nuestro futuro y en nuestra instrucción.

El apostolado de Don Alberione
Cuando estaba siguiendo los cursos de magisterio en Alba, vivía en un pensionado que pertenecía a las Hijas de San Pablo. Luego conocí a Don Alberione y a las monjas que lo habían seguido.


Santiago Alberione (1884-1971) fundó en 1914 la Sociedad de San Pablo, germen de toda la familia paulina, consagrada a la difusión apostólica de publicaciones. Fue beatificado en 2003 por San Juan Pablo II.

Me conmovían su fervor y el ambiente de familia en el que vivían. Don Alberione era bajito, algo encorvado, en un primer momento quedé decepcionada: estaba acostumbrada a ver campesinos robustos en mi familia. Pero enseguida, al escuchar una homilía suya, entendí las razones que hacían de él un hombre que atraía e inspiraba el corazón de las personas.

Si a esto le sumamos que la vida de las monjas me atraía por su estilo de pertenencia, más parecido al de una familia que al de un instituto por el hecho de no ser demasiado estructurado sino dejar lugar para el contacto humano, resulta fácil entender a posteriori las razones de mi elección.  

Por ejemplo, no se conocían los castigos. Si mi hermano hubiese roto un vaso en el seminario menor, la familia habría tenido que pagarlo. Para nosotras no era así. Recuerdo con mucha claridad que, sin darme cuenta, rompí una de las máquinas para la impresión de libros. La responsable me llama y me dice el precio del daño causado, y enseguida pensé: “Me equivoqué a lo grande. ¿Ahora quién le dice a mi padre que hay que pagar esta costosa pieza que debe cambiarse?” Pero inesperadamente, ella me dice que quiere que sepa el coste, pero no para hacerme pagar por el daño, sino para que yo entienda el precio de las cosas. Este tipo de actitud te hace sentir parte de una familia y te hace responsable. Así, aquella semana hice horas extras de manera voluntaria, los cinco días laborables de la semana.

Me agradaba su vida de apostolado, ir donde las familias y probar nuevos modos de aproximarse a la gente: recuerdo que un año fuimos a la playa vestidas con ropa de civil, pues de habernos vestido con el hábito ¡seguro que no habríamos sido aceptadas!  

Crisis vocacional
De todos modos, al final de mi formación llegó un momento de crisis interior. Entonces volví a vivir llevando vestimenta de civil por un cierto período. En ese momento ya no sabía por qué me había hecho monja. ¿Había tomado la decisión siendo demasiado jovencita? ¿O acaso quería reparar el hecho de que mi hermano había dejado el seminario?

Estuve fuera casi un año. Era libre de volver a mi casa, pero no quería volver con mi familia, no hubiese sido el ambiente apropiado para tomar una decisión definitiva. Así que viví en la hospedería ayudando a las hermanas, pero haciendo una vida independiente. Hice los ejercicios en un instituto de clausura; en el ínterin también conocí a un joven muy despierto. ¿Tal vez debía casarme? ¿O dedicarme simplemente al servicio social? ¿O ser maestra de escuela primaria?  

Mientras tanto, el tiempo pasaba, y no lograba encontrar la solución a este dilema, estaba enfadada con Dios, no entendía qué debía hacer. Luego comencé a pensar más seriamente: ¿qué le ofrezco a Dios? Le ofrezco mi capacidad de amar y mi libertad. Dándole estas dos cosas me sentí conforme, en cambio si le hubiese dado algo marginal, dentro mí habría sentido que no estaba siendo lo suficientemente generosa con Dios.  

Luego hice la profesión perpetua, cuando estuve otra vez contenta conmigo misma, cuando me parecía haber vuelto a la época de noviazgo: sentía dentro mí toda una fuerza nueva.


En Taiwán, rodeada de personas no cristianas
Hacer la profesión perpetua tras una crisis profunda fue como pasar a través del desierto y la experiencia pascual. Así que pedí hacer la profesión perpetua para Pascua, el 2 de abril de 1972. Al mismo tiempo, la superiora general necesitaba a 22 misioneras para América Latina, África y Asia. Yo pedí ser enviada pero, a decir verdad, pensaba que, recién salida de una crisis interior, no se fiarían de mí porque no daba ninguna garantía. En cambio, llegó la carta de aceptación para las misiones.

Yo prefería ir a Bolivia, por eso empecé a estudiar español por mi cuenta. Luego llegó una de las consejeras generales, que dijo que la lista para América Latina ya estaba completa. Y enseguida agrega: “Tú irás a Taiwán”. “¡Taiwán! ¿Dónde está Taiwán?”, pregunto. Dado mi carácter, yo sentía que no me adaptaba a Oriente, pensaba que allí eran todos educados y mesurados.  Pero mis objeciones no se mantenían en pie, la superiora general ya había tomado la decisión.

Luego no supe cómo decírselo a mi familia, porque estábamos muy unidos. Mi mamá me preguntó: “¿Dónde te mandan?” Le dije “Un poco lejos”. Y ella: “¿A Roma?” Luego entendió y aceptó esta misión mía, a diferencia de mis hermanos y de mi padre, que querían reunirse con mi superiora para disuadirla.  Al principio titubeé, pero luego, tras hacer un bellísimo curso para misioneras, me sentí muy alentada y encontré el impulso para partir.

Llegué a Taipei hace 45 años, el primero de diciembre de 1972. Partí sin miedo, pero cuando llegué al aeropuerto hubiera querido salir de inmediato en el vuelo de regreso y volver a casa. No entendía nada de lo que decían y me preguntaba: "¿Dónde fui a caer?"

Un país no cristiano... una experiencia útil ahora en los que sí lo son
Pero el Señor me conocía más de lo que yo me conocía a mí misma, y aquí, en Oriente, me hallé muy a gusto. El arte oriental y la música me atrajeron muchísimo, la caligrafía de las pinturas chinas de volvió un motivo de consolación e inspiración.  Encontrarme con gente que no era cristiana fue, sin lugar a dudas, un gran reto: debía responder a preguntas que nadie me había hecho jamás. Descubrí razones mucho más profundas para mi fe, que jamás habría buscado de haber permanecido en un ambiente totalmente “católico”.

Visité los templos budistas para entender cómo acercarme a los fieles de otras religiones. Por ejemplo, el templo que estaba cerca de nosotras había sido construido por un general del ejército, que durante la guerra había matado a muchísimas personas y por esta razón no lograba encontrar la paz. Poco a poco, este general, al recluirse a vivir en el templo, volvió a hallar una tranquilidad interior.

Reflexionando sobre la misión de Jesús, entendí más profundamente el hecho de que él se haya encarnado para acercarse a nosotros. En Europa, jamás hubiera pensado en ciertos temas. Ahora, en cambio, casi cincuenta años después, ¡Europa ha vuelto a ser tierra de evangelización! Quizás podemos compartir nuestras experiencias de misión y hacer ver, por ejemplo, cómo la gente, cuando tiene problemas, viene a rezar con nosotros, y así, usamos simultáneamente salmos de la Biblia y poemas de sabios orientales.

El camino del perdón
Las experiencias apostólicas y pastorales aquí, en Taiwán, han sido bellísimas. Un muchacho, bautizado de pequeño pero que luego fue alejándose de la vida de la fe, que desempeñaba un alto cargo en el gobierno, un día vino y comenzó a contarme su vida.  Cuando terminó, me pidió la absolución, diciendo que un sacerdote no lo entendería. Yo lo convencí de que fuera a ver a un sacerdote anciano, que sin embargo, en esa oportunidad, se mostró muy cerrado. El joven volvió a la librería deprimido. Yo tuve un sentimiento de culpa, y él me confirmó: "¡Te dije que no funcionaría!". Entonces le aconsejé ir a ver a un sacerdote joven. Recuerdo que estábamos en medio de un tifón y llovía sin parar. Llamé al cura y le dije simplemente: “Llegará un joven para una confesión, recuerda que Dios es amor”. El sacerdote fue muy comprensivo, el muchacho quedó muy conmovido por este sacerdote que lo aguardaba afuera, en la calle, todo empapado, para ofrecerle el tiempo para la confesión.   A partir de ese día, ese joven comenzó a reconstruir su propia vida y a reconstruirse a sí mismo.


Católicos en una iglesia de Taiwán.

En otra ocasión, en la Feria Internacional del Libro, aquí, en Taipei, recuerdo que una vez llegó una mujer llorando, y que me contó su experiencia familiar, muy difícil, por cierto. El marido la trataba peor que a una sierva. Una vez, ella entró en una iglesia y vio el crucifijo y enseguida dijo: “Ésta es mi religión. El budismo me ayuda, pero no me quita el sufrimiento: si este Dios da sentido al sufrimiento, ésta es mi religión”. Luego del bautismo, encontró la fuerza para enfrentarse al marido y para hacerse respetar como mujer, y como mujer ella encontró a Jesús directamente, sin ninguna mediación de misioneros o de otros fieles.

Esto es algo que me gusta de nuestra vida: el hecho de que nuestro apostolado nos lleve a ambientes de vida, de la gente real. En otra feria internacional, una muchacha de 23 años me confía que acababa de hacerse un aborto: era budista y se preguntaba cuántas veces tendría que renacer para pagar por el hecho de haberle negado la vida a su hijo. Le dije simplemente: “Dame este niño a mí, y yo restituyo la deuda que le debes”: recuerdo que en la comunidad también rezamos por su niño. Con ella nació una fuerte amistad. La muchacha se sintió aliviada por ese encuentro nuestro, le parecía que se había quitado de encima una carga absurda, que cada día pesaba sobre su estado de ánimo interior. Creo que éstas son experiencias muy profundas en lo que se refiere a compartir, que quizás resultan impensables en otras vocaciones.


El envío a Pakistán
Ahora estoy por comenzar otro capítulo de mi vida: la superiora general, sor Anna Maria Parenzan, me llamó el mes pasado y me dijo: “Como ahora ya no eres la superiora provincial y puesto que de nuestras hermanas en Asia tú eres la que está más libre, te envío a Pakistán. Tenemos 18 monjas en esa región, ¡aprende el urdu y luego partes!”


Sor Anna Maria Parenzan, superiora general de las paulinas.

Yo no había pensado en un cambio tan grande. Me siento igual que Nicodemo: “¿Cómo puede renacer un anciano?”. Pongo esta nueva aventura en manos de Jesús.

Cuando me lo dijeron, me sentí sacudida interiormente. Nuestra vida en Pakistán a veces no es fácil, pero sé que me arrepentiría si me negase a ir. No sé cuál será el resultado, pero sé que ahora puedo ofrecerme yo misma. De Taiwán me llevo experiencias riquísimas, incluso de la cocina. Luego de un primer momento de incertidumbre, ahora me siento más libre y menos aprensiva con respecto al futuro, aunque a veces me sienta muy impaciente.

[Xin Jage, de Asia News, le pide a sor Ida que firme el libro ilustrado que fue publicado para el 50º aniversario de la llegada de las Hijas de San Pablo a Taiwán. Ella lo comenta.]

Comenzamos nuestra misión en Kaohsiung, y hace algunos años, con nuestras hermanas, escribimos el libro, son muchas experiencias juntas, que están acompañadas por ilustraciones de una artista famosa, autora de varios libros, casada con un artista japonés. Ella estaba interesada en las historias de las monjas jóvenes, quería escribir nuestras experiencias de una manera humorística, y así fue como recogimos nuestros recuerdos y nuestras historias taiwanesas.

El hecho de escribir y difundir libros con contenidos constructivos es muy importante, y es algo que está en el corazón de nuestra misión: recuerdo que cuando íbamos a visitar a las familias que vivían cerca de los franciscanos de Taishan conocimos a una costurera. Cuando le vendimos un libro sobre la familia, lo compró y nos pidió que nos fuéramos de allí.  Después de dos años, nos hizo entrar a su casa y vimos cuán interesada estaba por los libros sobre la familia. Luego nos contó que cuando pasamos por allí dos años antes, ella se estaba separando del marido, pero que gracias al libro, que contenía consejos muy simples sobre la vida en pareja, comenzó a prestar mucha atención a los detalles de todos los días, a cocinar platos muy buenos para el marido y las hijas.

Esto es un ejemplo de una familia que en aquella ocasión halló inspiración a partir del contenido de nuestros libros, y esto me ha hecho entender la importancia de los medios.

Ahora, en Pakistán, continuaré esta misión, tenemos varias tiendas, ¡una de ellas está en la calle principal de Lahore!

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 28 de mayo de 2017

Santo Evangelio 28 de Mayo 2017


Día litúrgico: Ascensión del Señor (A)

Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».


«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra»
Dr. Josef ARQUER 
(Berlin, Alemania)



Hoy, contemplamos unas manos que bendicen —el último gesto terreno del Señor (cf. Lc 24,51). O unas huellas marcadas sobre un montículo —la última señal visible del paso de Dios por nuestra tierra. En ocasiones, se representa ese montículo como una roca, y la huella de sus pisadas queda grabada no sobre tierra, sino en la roca. Como aludiendo a aquella piedra que Él anunció y que pronto será sellada por el viento y el fuego de Pentecostés. La iconografía emplea desde la antigüedad esos símbolos tan sugerentes. Y también la nube misteriosa —sombra y luz al mismo tiempo— que acompaña a tantas teofanías ya en el Antiguo Testamento. El rostro del Señor nos deslumbraría.

San León Magno nos ayuda a profundizar en el suceso: „«Lo que era visible en nuestro Salvador ha pasado ahora a sus misterios». ¿A qué misterios? A los que ha confiado a su Iglesia. El gesto de bendición se despliega en la liturgia, las huellas sobre tierra marcan el camino de los sacramentos. Y es un camino que conduce a la plenitud del definitivo encuentro con Dios.

Los Apóstoles habrán tenido tiempo para habituarse al otro modo de ser de su Maestro a lo largo de aquellos cuarenta días, en los que el Señor —nos dicen los exegetas— no “se aparece”, sino que —en fiel traducción literal— “se deja ver”. Ahora, en ese postrer encuentro, se renueva el asombro. Porque ahora descubren que, en adelante, no sólo anunciarán la Palabra, sino que infundirán vida y salud, con el gesto visible y la palabra audible: en el bautismo y en los demás sacramentos.

«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Todo poder.... Ir a todas las gentes... Y enseñar a guardar todo... Y El estará con ellos —con su Iglesia, con nosotros— todos los tiempos (cf. Mt 28,19-20). Ese “todo” retumba a través de espacio y tiempo, afirmándonos en la esperanza.

Somos testigos de su presencia entre nosotros


SOMOS TESTIGOS DE SU PRESENCIA ENTRE NOSOTROS

Por José María Martín OSA

1.- Jesús se despide, pero sigue presenta en medio de la comunidad. No nos deja solos. Promete y hace realidad la llegada del Espíritu Santo a su Iglesia. Ahora nos pasa a nosotros el testigo, como acurre en las carreras de relevos. Pero El sigue presente también a través de su Palabra. Un portavoz de Jesucristo es el evangelista Lucas, que se comunica con su comunidad, representada aquí por Teófilo, a través de todo el relato de Hechos de los Apóstoles. También hoy Lucas se comunica con nosotros a través de este relato. Nosotros somos los Teófilos a los cuales Lucas habla hoy, y través de Lucas, el mismo Espíritu Santo se comunica con nosotros. ¿Somos hoy una Iglesia que realmente escucha el anuncio que Dios nos transmite. ¿Somos como Iglesia ese Teófilo a quien Lucas se dirige? El día de su ascensión Jesús vivió un desencuentro de sus discípulos. A pesar de haber abierto sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, ellos siguen pensando que Jesús va a restaurar ahora el Reino de Israel. ¿Existe también hoy un desencuentro entre Jesús resucitado y su Iglesia? ¿Entiende la Iglesia el proyecto del Reino tal como lo predicó Jesús o sigue soñando en proyectos humanos de poder religioso?

2.- El misterio de nuestra salvación nos desborda. Pablo en la Carta a los Efesios nos dice que necesitamos “espíritu de sabiduría” y la sabiduría del Espíritu, para llegar a comprender “la extraordinaria grandeza” de los dones que Dios nos concede por medio de Jesucristo. Lo que nosotros esperamos, “la riqueza de gloria que nos da en herencia”, podemos imaginarlo viendo el despliegue de poder y gloria realizado en Jesucristo. Veamos cómo Dios, “el Padre de la gloria”, resucitó a su Hijo, lo sentó a su derecha y lo puso por encima de todo. La Iglesia, nosotros, somos su complemento y plenitud.

3.- "Yo estoy con vosotros... hasta el fin del mundo". Todos los años nos sucede lo mismo al celebrar la solemne ascensión de Jesús a los cielos. Inevitablemente nos vienen a la memoria los sentidos versos de Fr. Luis de León: "Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro...". No podemos recordar el acontecimiento de fe sin que nos traicione el corazón con sus sentimientos ante la despedida. Sin embargo, tales sentimientos, por más que naturales, están muy lejos del evangelio, que es la buena noticia de la presencia de Jesús que nos promete seguir con nosotros hasta el fin. Vivir la certeza de que Él "está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo". Que la Encarnación es un gesto de Dios irreversible. Está, pero de otro modo. Y los apóstoles necesitaron semanas para comprender y hacerse a la idea. Es el sentido de lo sorprendente de cada "aparición". Reconocerle en tantas mediaciones: Iglesia, comunidad concreta, sacramentos, Eucaristía, los más abandonados, el perdón, etc. Encontrar al Señor en todo y de tantas maneras……

4.- No debemos quedarnos "ahí plantados mirando al cielo". Necesitamos volver a la ciudad, al trabajo..., pero siendo sus testigos aquí y allá, en medios eclesiales y fuera de ellos. Que "la memoria de Jesús" no sea nostalgia ni simple recuerdo, sentimiento intimista inoperante, intrascendente, sino impulso de seguirle hacia los hombres, hacia el Reino, hacia el Padre. El domingo pasado Jesús nos decía que el que le ama cumple sus mandamientos. Su mandato es sólo uno: "Amaos unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos". Es decir, se nos conocerá por nuestras obras. Si no hacemos las obras que Dios espera de nosotros, entonces es que no le conocemos ni le amamos. San Agustín decía que la necesidad de obrar seguirá en la tierra, pero el deseo de la ascensión ha de estar en el cielo: "aquí la esperanza, allí la realidad". Con frecuencia se ha acusado a los cristianos de desentenderse de los asuntos de este mundo, mirando sólo hacia el cielo. No podemos vivir una fe desencarnada de la vida. La Iglesia somos todos los bautizados, luego todos debemos implicarnos en la defensa de cosas tan importantes como la defensa de la vida, de la dignidad del ser humano, de la justicia y de la paz.

Este es el funcionamiento del nuevo nuevo Sistema de Asistencia Religiosa Católica Urgente


Este es el funcionamiento del nuevo nuevo Sistema de Asistencia Religiosa Católica Urgente

Listos para salir de madrugada a las «urgencias» espirituales de Madrid, así son los curas del SARCU

David López es uno de los sacerdotes voluntarios de este servicio de urgencia y ya ha tenido una salida

Listos para salir de madrugada a las «urgencias» espirituales de Madrid, así son los curas del SARCU

Desde hace poco más de una semana funciona en Madrid el Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente (Sarcu), donde todas las noches un sacerdote está de guardia y disponible para dar la extremaunción a un enfermo o acompañar a una familia en alguna urgencia. Es una ayuda espiritual de madrugada.

"Si el dolor de los hombres no duerme, la Iglesia debe velar", afirma el diácono Bienvenido Nieto, coordinador de esta iniciativa puesta en marcha por la Archidiócesis de Madrid, que tras varios meses preparándose vio la luz el pasado 15 de mayo.

Este servicio urgente católico nació en Buenos Aires y el Papa Francisco, siendo entonces sacerdote en Argentina, fue uno de los voluntarios que participó en esta ayuda espiritual a los moribundos y sus familias.

Un teléfono para la noche y un sacerdote de guardia
Hasta la fecha, en Madrid hay 54 sacerdotes que se han presentado voluntarios que hacen turnos para cubrir las noches pues el servicio funciona de 11 de la noche a 7 de la mañana y se les contacta a través del teléfono: 91 371 77 17.  “Esperamos que el número (de sacerdotes) se amplíe en cuanto el servicio se vaya conociendo”.

El protocolo del Surca establece que el sacerdote siempre vaya acompañado por un laico, que así también podrá ayudar a la persona que ha realizado la llamada telefónica mientras el sacerdote atiende espiritualmente a la persona moribunda o enferma.

La periodista Noemí López Trujillo acompañó a los miembros de este servicio católico urgente en el tercer día de funcionamiento y lo ha contado en un reportaje en El Español. Aquel día estaba de guardia el sacerdote David López Casares, sacerdote de la Parroquia Santo Domingo de Guzmán del barrio madrileño de Aluche, en el sur de la capital.

"Mi padre se está muriendo, ¿puede venir?"
Era su primera guardia como voluntario y tan sólo un rato después de que la iniciase sonó el teléfono. “Mi padre se está muriendo, me han dicho que este es un servicio de urgencias católicas, ¿puede venir y darle la extremaunción?”, pregunta al otro lado del teléfono uno de los hijos de un hombre al que los médicos le han dicho que le quedan pocas horas para morir. Como pudo, y mientras apretaba con su mano una imagen de la Virgen de Fátima, les pidió que llamaran a un sacerdote.

Ya preparado, el sacerdote cogió su coche y recogió a Santas, una feligresa laica de 70 años que será su compañera en las guardias y le acompañará en las urgencias. “El protocolo dice que debemos ir siempre con alguien. No es otro sacerdote voluntario, sino un laico que se ofrece a ello. En mi caso es una mujer, se llama Santas y suele cuidar a enfermos”.

Confesión y extremaunción en su primera salida
Rápidamente y sin tiempo que perder ambos se dirigieron al domicilio del enfermo. Una vez allí, confesó al moribundo y le dio la extremaunción. También hablaron de Dios y consolaron a la familia del enfermo. “La familia estaba serena. Dios nos ayuda en estos momentos”, asegura Santas.


Una vez que reciben la llamada, comprueban la situación y si no se puede resolver por teléfono, el sacerdote y su acompañante se trasladan al domicilio o centro hospitalario donde se les requiera

Una hora después de que salieran de la parroquia de Aluche abandonaban la casa del moribundo. 

Hay "mucho dolor existencial"
El padre David López afirmaba que el Sarcu es una forma de acercar la Iglesia a la gente. “En los pueblos y sitios pequeños es habitual que los creyentes tengan el teléfono del párroco y que si hay una urgencia, le llamen. Pero en las grandes ciudades eso no pasa. Un dolor existencial se puede tener en cualquier momento. Igual que si te encuentras mal o tienes un accidente llamas a Emergencias para que venga el SAMUR, aquí puedes llamar también si algo te aflige”, cuenta este religioso.

Él se apuntó como voluntario precisamente por ofrecer una ayuda tan necesaria en un momento clave para estas personas y sus familias. “Por ejemplo, imagino a las personas a las que se les murió alguien en el 11-M. Cuando hay un trauma en la sociedad tan fuerte como ese es muy posible que necesites llamar para que te acompañen en tu dolor, para que te escuchen. Hay gente que necesita sentir a Dios cerca y nosotros, los sacerdotes, es lo que intentamos. Mucha gente viene a la parroquia a contarme problemas de su matrimonio o a decirme que el banco le va a quitar la casa. Tú sabes que no tienes la solución, pero la persona se desahoga”, añade.

En caso de que sea de Madrid y necesite el Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente puede llamar al 91 371 77 17 en horario de 23 a 7 horas de la madrugada.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 27 de mayo de 2017

Santo Evangelio 27 de Mayo 2017



Día litúrgico: Sábado VI de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 16, 23-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre».


«Salí del Padre (...) y voy al Padre»
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano 
(Cervera, Lleida, España)


Hoy, en vigilias de la fiesta de la Ascensión del Señor, el Evangelio nos deja unas palabras de despedida entrañables. Jesús nos hace participar de su misterio más preciado; Dios Padre es su origen y es, a la vez, su destino: «Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre» (Jn 16,28).

No debiera dejar de resonar en nosotros esta gran verdad de la segunda Persona de la Santísima Trinidad: realmente, Jesús es el Hijo de Dios; el Padre divino es su origen y, al mismo tiempo, su destino.

Para aquellos que creen saberlo todo de Dios, pero dudan de la filiación divina de Jesús, el Evangelio de hoy tiene una cosa importante a recordar: “Aquel” a quien los judíos denominan Dios es el que nos ha enviado a Jesús; es, por tanto, el Padre de los creyentes. Con esto se nos dice claramente que sólo puede conocerse a Dios de verdad si se acepta que este Dios es el Padre de Jesús.

Y esta filiación divina de Jesús nos recuerda otro aspecto fundamental para nuestra vida: los bautizados somos hijos de Dios en Cristo por el Espíritu Santo. Esto esconde un misterio bellísimo para nosotros: esta paternidad divina adoptiva de Dios hacia cada hombre se distingue de la adopción humana en que tiene un fundamento real en cada uno de nosotros, ya que supone un nuevo nacimiento. Por tanto, quien ha quedado introducido en la gran Familia divina ya no es un extraño.

Por esto, en el día de la Ascensión se nos recordará en la Oración Colecta de la Misa que todos los hijos hemos seguido los pasos del Hijo: «Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo». En fin, ningún cristiano debiera “descolgarse”, pues todo esto es más importante que participar en cualquier carrera o maratón, ya que la meta es el cielo, ¡Dios mismo!

Un médico especialista en enfermos terminales y «vegetativos» desmonta los argumentos pro-eutanasia


Un médico especialista en enfermos terminales y «vegetativos» desmonta los argumentos pro-eutanasia

El doctor Giovanni Battista Guizzetti convive día a día desde hace años con enfermos gravemente discapacitados y sus familias.

Los activistas de la cultura de la muerte están volviendo a la carga en todo el mundo para impulsar la eutanasia, recurriendo al argumento emocional para acallar las poderosas razones que aconsejan no legalizarla.

Un médico especialista en enfermos terminales y «vegetativos» desmonta los argumentos pro-eutanasia

Caterina Giojelli entrevistó al respecto para Tempi a uno de los grandes expertos italianos en cuidados a enfermos terminales o en estado vegetativo, el doctor Giovanni Battista Guizzetti:

"Trabajo aquí desde hace 21 años, desde que se abrió este servicio en 1996, y nunca, pero nunca, nadie, ni madres, ni padres, hijos, maridos, esposas, abuelos o amigos, me han pedido que suspenda los cuidados, la alimentación, la hidratación o que pusiera en práctica la eutanasia".


Las dependencias del centro Don Orione de Bergamo albergan a más de doscientos pacientes con discapacidad, entre ellos una veintena en el llamado "estado vegetativo".

Gian Battista Guizzetti es el responsable del servicio especializado en el centro Don Orione de Bergamo, donde con su equipo se ocupa, día y noche, de 24 denominados "estados vegetativos": "No soporto esta definición, no se trata de zanahorias o de troncos de madera, sino de hombres y mujeres que no han perdido la propia dignidad ontológica de seres humanos para convertirse en una especie de vegetales. Son personas que han sufrido una grave lesión en el cerebro de naturaleza traumática, hemorrágica o anóxica. No están en coma, pueden abrir y cerrar los ojos, deglutir, dormir, despertarse, bostezar, gritar, pero según la definición de moda de estado vegetativo, este estado de vigilia no estaría acompañado de un contenido de conciencia. No siempre es verdad; todas estas personas tienen, quién más, quién menos, una capacidad de relacionarse con el ambiente. Pero, sobre todo, no son estados de vida terminales, sino condiciones de vida misteriosas que pueden evolucionar y sorprender cualquier diagnóstico".


Gianbattista Guizzetti, en una imagen de hace unos años en el Centro Don Orione de Bergamo (Italia).

Cuidados y asistencia
En el centro Don Orione, cada mañana los agentes sanitarios llaman a la puerta de sus huéspedes, los saludan, los levantan de la cama, los lavan, los visten, los sientan en sillas de ruedas, mientras los acarician y les explican todo lo que están haciendo. Cuidan de ellos y prevén las complicaciones vinculadas a la patología neurológica o a la inmovilidad, como las llagas de decúbito ("en más de veinte años, aquí no ha habido nunca lesiones de este tipo"), las retracciones musculares y tendinosas, las infecciones bronco-pulmonares. "Se llama relación de cuidado y asistencia y os desafío a llamarlo distanasia, ensañamiento terapéutico, como se empezó a decir en la época del caso de Eluana".

Hileras de muertos vivientes que acabarán vegetando: así definió Piergiorgio Welby [1945-2006, activista pro eutanasia] a las personas como las que cuida Guizzetti. "¿Según qué estándares?", pregunta el médico. "Aquí se carga y se comparte el esfuerzo de cada uno de los trocitos íntegros de existencia. Aquí, contra todo pronóstico, dos personas recuperaron el habla; aquí, la conciencia no es o todo o nada, es cada instante de presencia. Pero, sobre todo, aquí la persona no la define una función o lo que era su vida antes del acontecimiento traumático. Tierra de frontera, la llaman: aquí la ley que cuenta es la de la relación, con el médico, con los seres queridos. Y precisamente aquí, donde la relación es vida, es vital, quieren proclamar el reino del absolutismo individualista, de la autodeterminación del yo. Es cosa de locos, de locos que nunca han entrado aquí dentro".

Testamento vital
Guizzetti es el médico más escuchado por los periódicos cuando se verifican, aunque sean raros, casos de personas que despiertan de su estado vegetativo. Su libro Terry Schiavo e l’umano nascosto (Società Editrice Fiorentina) está lleno de respuestas al misterio de la condición en la que viven personas que, en apariencia, son ajenas al mundo de los sanos ("testigos" involuntarios de la necesidad de los DVA, Documento de Voluntades Anticipadas); respuestas que surgen de la experiencia, de una poco común capacidad de juicio y, sobre todo, del afecto, que es lo que salva a la vida de su perenne fragilidad y la acompaña a su cumplimiento, en lugar de eliminarla sin piedad, decretando la muerte por hambre y sed a golpe de leyes y sentencias judiciales.


Terri Schiavo (1963-2005) (abajo) murió por deshidratación tras una larga polémica legal entre su marido, que quería desconectarla, y sus padres, que querían cuidar de ella. El doctor Guizzetti recogió en este libro todos los avatares del caso.


Por este motivo, cuando vio que se aprobaba en la Cámara de los Diputados italiana el decreto de ley sobre el testamento vital (que está siendo discutido actualmente en el Senado), Guizzetti sintió "una gran rabia. Si los DVA llegan a ser vinculantes, una decisión en relación a un acontecimiento del que no se sabe ni cómo ni cuándo sucederá ni si sucederá, se convertirá en la última palabra para el médico y el paciente. Pero el acontecimiento -es algo evidente para todo el que haga mi trabajo- le da un vuelco total a las decisiones y convicciones".

Es el caso de Sylvie Menard, la oncóloga alumna de Umberto Veronesi (1925-2016, oncólogo y ministro activista de la eutanasia). Ella fue favorable durante años a la eutanasia y al testamento vital y, tras descubrir que tenía un tumor, cambió radicalmente su posición.


La doctora Sylvie Ménard, oncóloga, cambió radicalmente su punto de vista sobre la eutanasia tras padecer cáncer ella misma.

"Se necesita tener mucha cara dura para no llamar 'distanasia' a la bárbara práctica de suspender la alimentación y la hidratación. Puesto que la suspensión ya es considerada legítima en la fase terminal de una enfermedad, en el caso de personas gravemente inválidas como las del centro Don Orione, que tienen una esperanza de vida de 10, 15, 20 años, se la llama condena a muerte. ¿Desde cuándo tener a disposición un médico que te mata se ha convertido en un derecho o una oportunidad para un enfermo?", pregunta Guizzetti.

DJ Fabo y abandono
Según la Fiscalía, que ha solicitado el archivo del caso, un acto antijurídico como la ayuda al suicidio, llevada a cabo por Marco Cappato en el caso de Fabiano Antoniani (DJ Fabo), se convierte en jurídico si se realiza con el fin de aprobar un derecho: el derecho a la dignidad humana del dj que, si hubiera suspendido los cuidados para morir, "habría sufrido obligatoriamente una lenta agonía, no cuantificable". Quien invoca en estos días la muerte digna parece utilizar como arma el miedo que el hombre tiene al dolor y a la enfermedad, acallando así cualquier objeción y dividendo el debate de manera indecorosamente maniquea: "El único miedo que tienen las personas -y lo digo como médico que antes de trabajar en el Don Orione ejerció su profesión durante años como médico de familia-, es la del abandono terapéutico, de quedarse solos. En mi carrera he conocido personas que no estaban dispuestas a dejarse operar o a seguir ciertos tratamientos, pero nunca nadie ha querido interrumpir la relación de cuidado, precisamente por miedo a quedarse solo con el propio dolor. Humano y real: en relación a esto le digo que el dolor hoy en día se puede controlar en la casi totalidad de los casos; existe sólo un pequeñísimo porcentaje de pacientes para los que, en la fase final de la vida, se tiene que recurrir a la sedación profunda".

No hay anestésico para la vida
Existen, explica el médico, los cuidados paliativos, cientos de fármacos, desde los simples analgésicos a los derivados del cannabis, absolutamente eficaces, por lo que "quien incita al miedo colectivo de 'sufrimiento atroz' no ha entrado nunca en un hospital para enfermos terminales, o ha entrado y miente sabiendo que miente". Guizzetti utiliza la algiología [ciencia del dolor] constantemente: "Veronesi sostenía que los estados vegetativos, a causa de las graves lesiones en la corteza cerebral, no podían sentir dolor. No es así. Sufren, como los "sanos", de cólicos renales, de dolores articulares. Sufren y lo superan, no hay anestésico para la vida. Pero no lo llaméis agonía. Las palabras tiene un peso: inocular una sustancia que causa la muerte o suspender lo que te mantiene en vida, en cambio, ¿cómo lo llamamos?».

"Decidle que soy feliz"
En 2011, en el centro Don Orione, precisamente mientras se debatía en el Congreso de los Diputados el testamento vital, un "estado vegetativo irreversible" rompía el silencio de años con un mensaje para su marido: "Decidle que soy feliz". Sucedió como un hecho no previsto tras una inyección en la columna vertebral de un fármaco utilizado para combatir la espasticidad. Después Lucia aprendió a comunicar y a jugar con un ordenador. Y como ella, también Domenico y Mauro que, a través de sensores colocados en el cráneo, consiguen realizar órdenes simples bajo mando o mover una pala de ping pong en la pantalla del ordenador.

Gestos terapéuticos
Quien habla de una "dulce muerte" para las personas en estado vegetativo probablemente no las ha visto nunca, no ha visto nunca la relación que aún se puede costruir con ellas, no ha visto cómo es posible cuidarlas para garantizarles el mayor confort posible. "La nuestra es la historia de un cuidado muy simple, con un bajo contenido tecnológico, pero con un elevado compromiso humano y asistencial, que sabe que no puedes curar -no somos ingenuos-, pero que sabe cuidar siempre, sin caer nunca en la distanasia o en el abandono diagnóstico o terapéutico. Un cuidado que busca construir una relación -siempre es posible una relación-, dar respuesta a sus concretas exigencias físicas diarias, que son nuestras mismas diarias y concretas exigencias físicas, tratar las patologías que van surgiendo, prevenir las complicaciones vinculadas a la inmovilidad, aliviar el dolor cuando aparece. Son gestos sencillos: lavar, vestir, colocar en una silla de ruedas, alimentar, pero que si se realizan en el contexto de una relación fuerte, pueden favorecer, incluso después de mucho tiempo, una capacidad de interacción con las personas y el ambiente. Gestos de cuidado que pueden convertirse en terapéuticos”.

Traducción de Helena Faccia Serrano.

viernes, 26 de mayo de 2017

Santo Evangelio 26 de Mayo 2017




Día litúrgico: Viernes VI de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 16,20-23a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada».


«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»
+ Rev. D. Joaquim FONT i Gassol 
(Igualada, Barcelona, España)



Hoy comenzamos el Decenario del Espíritu Santo. Reviviendo el Cenáculo, vemos a la Madre de Jesús, Madre del Buen Consejo, conversando con los Apóstoles. ¡Qué conversación tan cordial y llena! El repaso de todas las alegrías que habían tenido al lado del Maestro. Los días pascuales, la Ascensión y las promesas de Jesús. Los sufrimientos de los días de la Pasión se han tornado alegrías. ¡Qué ambiente tan bonito en el Cenáculo! Y el que se está preparando, como Jesús les ha dicho.

Nosotros sabemos que María, Reina de los Apóstoles, Esposa del Espíritu Santo, Madre de la Iglesia naciente, nos guía para recibir los dones y los frutos del Espíritu Santo. Los dones son como la vela de una embarcación cuando está desplegada y el viento —que representa la gracia— le va a favor: ¡qué rapidez y facilidad en el camino!

El Señor nos promete también en nuestra ruta convertir las fatigas en alegría: «Vuestra alegría nadie os la podrá quitar» (Jn 16,23) y «vuestra alegría será completa» (Jn 16,24). Y en el Salmo 126,6: «Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas».

Durante toda esta semana, la Liturgia nos habla de rejuvenecer, de exultar (saltar de alegría), de la felicidad segura y eterna. Todo nos lleva a vivir de oración. Como nos dice san Josemaría: «Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. —Pide esa misma alegría sobrenatural para todos».

El ser humano necesita reír para la salud física y espiritual. El humor sano enseña a vivir. San Pablo nos dirá: «Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). ¡He aquí una buena jaculatoria!: «¡Todo es para bien!»; «Omnia in bonum!».

«Encontré la paz»: Sofía cuenta a su madre, la escritora Carmen Posadas, su conversión en Medjugorje



Estaba «rebotada» y en pleno proceso de divorcio cuando accedió a ir a una peregrinación

«Encontré la paz»: Sofía cuenta a su madre, la escritora Carmen Posadas, su conversión en Medjugorje

Carmen Posada ha preguntado a su hija sobre su conversión y cómo vive la fe en este momento



La hija de la escritora y ganadora del Premio Planeta, Carmen Posadas, se convirtió en Medjugorje y su vida cambo para siempre. La madre de Sofía Ruiz de Cueto está encantada pues ella es católica y Cari Filii News recoge la entrevista que Posadas ha realizado a su hija en Mater Mundi TV sobre este proceso que le ha llevado a Dios:

Estaba en el peor momento de su vida
Sofía tuvo una conversión total en Medjugorje, precisamente en un momento muy complicado en su vida y mucha culpa de esto la tuvo su socio, que le insistió una y otra vez durante meses en que tenía que ir a aquella peregrinación que finalmente ha cambiado su vida.

“No tenía deseo de ir porque el viaje surgió en una época muy mala, cuando me estaba divorciando. Esto me había llevado a alejarme mucho y si ya no tenía una fe muy grande pues me hizo distanciarme con bastante enfado y rabia”, contaba Sofía a su madre.



“La Virgen te está invitando”
En medio de la vorágine laboral y del divorcio, con niños pequeños de por medio, su socio insistía en que fuera. Pero ella se negaba recordando con enfado a su compañero que “era el puente de mayo, tengo a mis hijos, tengo una agenda llena de pacientes, un congreso y además es el día de la madre y me estoy divorciando”.

“La Virgen te está invitando”, le contestó su socio. “Y ante semejante frase no conseguí encontrar otra que sonara bien que dijera no y entonces le dije que iría”, recordaba la hija de Carmen Posadas.

Accedió a ir aunque “seguía rebotada”
Al final el camino para ir se allanó completamente. Los niños no fueron problema, la agenda se vació aunque “yo seguía rebotada”. Y así fue como llegó a Medjugorje.

Además, los primeros momentos en este pueblo bosnio no fueron fáciles. Según llegaron había misa y adoración. “Salí furiosa, me fui a la cama sin cenar”, contaba.

Pero al día siguiente sería el inicio de su nueva vida. La jornada empezaba con una explicación histórica para Medjugorje, lo cual no le produjo rechazo y accedió a ir. Y después tocaba subir al monte de las apariciones. Se subió rezando el Rosario y una persona llevaba cada misterio.



El punto de inflexión
Cuando tocaba el quinto misterio, su socio le dio el Rosario para que lo llevara ella y no supo decir que no. “Recé y empecé a llorar, llorar y a llorar, y a partir de ese momento me entró paz. Se me fue la ira y la rabia y me entró un sosiego increíble”.

Sofía explicaba que el gran cambio en su vida no se produjo en ese momento sino ya en Madrid, con el mantenimiento de esta gracia. Un sacerdote les advirtió durante el Viacrucis en Medjugorje sobre la vuelta a la realidad y el día a día pues en la peregrinación es muy fácil estar en una nube pero una vez en Madrid, puso como ejemplo, te encuentras un semáforo en rojo y pierdes la paz por ello.

En Medjugorje aprendió a rezar
“Esto me sirvió, fue poco a poco. Cada vez que veía un semáforo en rojo me acordaba de Dios”, afirmaba. Por ello, explicaba que “una vez que lo encuentras de verdad te crea un anhelo y empiezas a querer más y a rezar más. Y a raíz de Medjugorje he aprendido a rezar y el poder de la oración”.



Su vida ha cambiado. Así lo confiesa Sofía. Antes de la peregrinación apartaba aquello que “no era tangible” porque era una mujer muy “autosuficiente y orgullosa”. Pero ahora, se ha dado cuenta “que siempre ha estado ahí dispuesto a ayudarme”.

“Mucha ciencia nos devuelve a Dios”
Ella como médico y directora de una clínica hace suya la cita de Louis Pasteur: “un poco de ciencia nos aleja de Dios, mucha ciencia nos devuelve a Dios”.

Para Sofía, “cuanta más ciencia tienes más acabas llegando a Dios” y en el ámbito de la medicina donde se ve tanto sufrimiento tiene ya la certeza de que “cuando la persona encuentra a Dios ese sufrimiento es otro. No lo hay como tal pues puedes tener dolor o puedes sufrir dolor pero cuando una persona está con Dios este sufrimiento o dolor no lo sufre”. “Dios ayuda a muchísimo a quitar este sufrimiento, ves la mano de Dios”, sentencia.

jueves, 25 de mayo de 2017

Santo Evangelio 25 de Mayo 2017



Día litúrgico: Jueves VI de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 16,16-20): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».


«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu 
(Sant Feliu de Llobregat, España)



Hoy contemplamos de nuevo la Palabra de Dios con la ayuda del evangelista Juan. En estos últimos días de Pascua sentimos una inquietud especial por hacer nuestra esta Palabra y entenderla. La misma inquietud de los primeros discípulos, que se expresa profundamente en las palabras de Jesús —«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16)— concentra la tensión de nuestras inquietudes de fe, de búsqueda de Dios en nuestra vida cotidiana.

Los cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.

Esta presencia, así nos lo recordaba Juan Pablo II en su última Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (...) La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: 'Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron' (Lc 24,31)».

Pidamos a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz nuestra búsqueda de Dios.